Capítulo 44

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Recostarme en mi cama fue reconfortante, incluso me quedé profundamente dormida y al día siguiente cuando desperté no quise levantarme de la cama, estaba cómoda y me sentía segura bajo las sabanas de mi cama, la sensación de estar en mi hogar me proporcionaba tranquilidad, pero era consciente de que mi refrigerador estaba vacío y solo había comida rancia de todos los días que no estuve allí y dejé ciertos alimentos guardados en el refrigerador con fecha de caducidad.

Tuve que poner de mis esfuerzos para salir de la cama y tomar una ducha, mis ojos estaban hinchados y tardaría en desaparecer la hinchazón probablemente en un par de horas. Dejo que mis músculos se relajen bajo el agua tibia y me tomo media hora para salir del baño y cambiarme, aunque estaba agradecida de estar aquí, se sentía al mismo tiempo un poco extraño, me había acostumbrado a la residencia y a tener a alguien por las mañanas, cosa que me hizo buscarle al lado de la cama o pensar que podría aparecer en la cocina cuando fuera a ella o quizás en el sofá viendo televisión.

Recordar la discusión que Frederick y yo tuvimos deja un mal sabor de boca que decido ignorar de inmediato, era una suerte que vivía en el centro y las tiendas locales de comida estaban casi en la esquina, ir de compras para el desayuno y la comida me hizo distraerme de la situación hasta que de nuevo estuve sola en casa.

Me costaba creer que todo esto realmente sucedió y que Frederick no confiaba en mí, al menos lo dejo en claro al tomarse gran tiempo para responder a mis preguntas, me sentí herida por ello, era como si nuestra relación estaba lista para fracasar en muchos sentidos, dábamos un paso y retrocedíamos cien, cosa que no comprendía, ¿Por qué era tan difícil para él?

Afortunadamente era una chica organizada, el departamento estaba limpio y en orden que no hubo otra necesidad que tumbarme a la cama, si la noticia de nosotros fue publicada en el periódico de Fabrizio o no, no podía enterarme de ello fácilmente, mi laptop estaba en la residencia, en la casa de Frederick y mi celular no tenía suficiente batería, todas mis pertenencias estaban con él, cosa que deteste.

Fue casi gracioso que dijera que los periodistas vivíamos a costa de los demás, porque en estos momentos no tener mi cargador y laptop me hizo sentir de esa forma.

—¡Te odio Frederick Kallenberg!

Grité a nadie en particular. Está de más decir que hice un pequeño berrinche luego de eso, estaba molesta.

Aproveche la poca batería que me quedaba para entrar al periódico de Fabrizio en busca de la noticia, pero esta no fue publicada, me sentí aliviada, quizás habíamos tenido suerte y la realeza movió sus influenzas a tiempo para que no fuera publicado, aun así, navegué en el periódico para asegurarme de que realmente no publico nada que tenga que ver con Frederick y lo sucedido a noche o cualquier cosa que tuviera que ver con él, luego puse el celular en modo ahorro y lo dejé sobre la mesita de noche, lo menos que pudiera usarlo para ahorrar batería era bueno, más tarde iría a comprar un cargador, era una suerte que yo guardara dinero en una cajita entre uno de los cajones de mi ropa solo para emergencias como esta.

No esperaba que Frederick llamaba y si lo hacía, yo no pensaba responderle y para asegurarme de que así fuera apagué el celular veinte minutos después de que dejé de revisar el periódico, miré televisión durante toda la tarde y comí en la cama, no quería pensar en nada, lloré lo suficiente a noche como para continuar dándole vueltas al asunto, lo mejor era ignorarlo para evitar que doliera. Por la tarde, en eso de las seis, dije que era tiempo de salir y aprovechar para comprar el cargador que necesitaba, aunque yo sabía que debía de tener uno extra entre los cajones de los muebles, pero me daba flojera buscar.

Pensé que después de ir por el cargador ir a correr era una buena idea por lo que me puse ropa deportiva. Baje hacia el primer piso y salude a Josh, el portero de la recepción quien estaba despierto, este me ofreció un amable saludo.

Mi romance realDonde viven las historias. Descúbrelo ahora