Capítulo 28

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Bryson mantuvo la compostura frente a su hermano, quien lo observaba con intensidad e intriga, después de un tiempo, habló.

—Quise venir de visita.

Se limitó a responder con serenidad, Frederick enarcó una ceja y aventó las llaves de su camioneta sobre la repisa de la chimenea.

—Bueno, no recibimos visitas en casa.

Ahora fue Bryson quien enarcó una ceja.

—¿Lo dices en serio?

—¿Me ves que bromeó? —cuestionó Frederick cruzándose de brazos sobre su pecho. Bryson rodó los ojos.

—¿No haces excepciones? Soy tu hermano.

—Sin excepciones. Las visitas no son bienvenidas —contestó con seriedad, Bryson compartió una pequeña mirada conmigo, apreté los labios con incomodidad y desvié mi mirada, esta pequeña reunión no lucía bien—. ¿Y bien? ¿No piensas irte?

Insistió con brusquedad, Bryson frunció los labios en una mueca.

—Yo...

—No me interesa, solo vete.

Lo cayó Frederick, Bryson tomó una enorme bocanada de aire y la dejó caer con recelo.

—Eres un idiota, siempre lo has sido y me temo que jamás dejarás de serlo.

Expresó a su hermano mayor, aquello no lo vi venir y creo que Frederick tampoco, sin embargo, mantuvo la compostura y optó por no responder, Bryson, negó ligeramente y se dirigió a la puerta, la abrió y detuvo su paso por unos segundos como si quisiera decir algo más, pero termino negando y saliendo. Escuché la puerta cerrarse y a Frederick suspirar pesadamente segundos después, caminó hasta quedar en el pasillo a unos metros frente a mí.

—No puedo creer que lo hayas invitado a pasar —dijo mirándome a los ojos con brusquedad, volvió a suspirar, pude ver que estaba molesto por ello, se pasó una mano por el cabello intentando no decir nada, estaba luchando consigo mismo por contener sus palabras, como si tuviera miedo de decir aquello que estaba molestándolo, al final, terminó bufando—. Maldición Beth, pudiste haberme llamado, hubiese venido en cuanto antes.

Se pasó una mano por su cabello.

—No lo pensé, me tomó desprevenida.

Susurré, y realmente no lo había pensado, lo menos que me pasó por mi cabeza fue llamarlo, agaché mi mirada hacia mis zapatos, no tenía una buena excusa y la verdad sonaba mucho más creíble que mentir. Frederick suspiró con cansancio, sentí la cercanía de su cuerpo al mío, en cuestión de segundos, sus manos acariciaron mis brazos antes de acercarme a él.

—Está bien, no es tu culpa —susurró, sus labios se habían colocado en mi cabello, cerré mis ojos tratando de no pensar en su enfado—. Lo siento, no debería de enfadarme contigo, realmente no es tu culpa que él allá venido.

—Sí desde un principio hubiese sabido que se trataba de él, no habría abierto la puerta.

Y no lo habría hecho, hubiese dejado que tocara todo lo que quisiera hasta que se hartara y optara por irse.

—Te creo —susurró, sus labios colocaron un pequeño beso en mi frente—. ¿Te dijo algo de lo que debería de preocuparme?

Preguntó, sentí a su cuerpo tensarse en su lugar, levanté mi mirada hacia arriba para encontrar su rostro, Frederick, le ofrecí una tímida sonrisa.

—Nada de lo que deberías preocuparte —respondí, tomé una bocanada de aire y la deje caer pesadamente—, solo dijo que esta casa le recordaba al rey Carl.

Mi romance realWhere stories live. Discover now