Capítulo 11

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A menudo, cuando discutía acostumbraba a apartarme de la persona por un tiempo con intenciones de darle su espacio, por lo que no decidí insistir en que Frederick regresará al sofá y continuara viendo televisión conmigo, fui yo quien decidió quedarse allí viendo de vuelta la película con la intención de evadir mis emociones, estaba molesta y me regañé a mí misma por esta situación. Nada de lo que hacía era correcto y hablar de nuestras vidas personales no era seguro, sí, había algo de química entre los dos, podía sentirlo, pero la confianza es algo que se gana con el tiempo y para nosotros eso no era sencillo, apenas estábamos conociendo, además no conoces a una persona en un día.

Era consciente en lo que me había metido y me maldije por lo tonta que la situación me estaba pareciendo, situaciones como está terminan en caos y estoy segura de que esto terminará mucho peor que un caos. Suspiré y rápidamente saqué esas ideas de mi cabeza, decidí apagar el televisor y volver a mi habitación, encender la laptop y checar mi correo electrónico, necesitaba una distracción y que mejor que llamar a Fabrizio quien respondió al segundo timbre.

—Hola, Beth, no tienes idea de cuánto me alegra recibir tu llamada —dijo antes de que pudiera saludarle, una sonrisa se formó en mi boca y mi cuerpo se relajó, con el poco tiempo que había pasado conviviendo con Fabrizio, lo encontraba una persona encantadora.

—Hola, Fabrizio, ¿cómo va todo? Creo que debería de ser yo quien te diga que me alegra haber recibido tu mensaje.

Lo imaginé sonriendo del otro lado del teléfono.

—No me puedo quejar del trabajo cuando es lo que amo, todo va bien desde mi punto de vista, ¿qué hay de tu vida? Me enteré de que renunciaste con Nicholas y quise contactarte de inmediato, ¿cómo fue que sucedió eso?

Podía confiar en él. Suspiré sentándome en medio de la cama con los pies cruzados.

—Si tan solo supieras... —hablé, recordando en mi memoria aquel día—. Tengo que decirte que trabajar con alguien como él no es para nada agradable, me sentía agobiada y sumamente estresada en la compañía y sabes lo exigente que se vuelve cuando no consigue lo que quiere y lamentablemente yo no podía conseguir lo que él tanto quería, ya sabes, las noticias perfectas que siempre saca a relucir.

—Uy si, como no conocer a Nicholas Eliasson por su buenísima reputación —habló con sarcasmo—. Todos sabemos muy bien de lo que se encarga, tiene fama, pero no por buen crítico.

—No lo pudiste haber dicho mejor.

Mencioné y cmbió de tema.

—Y supongo que ya leíste mi mensaje, ¿no? ¿Ya consideraste mi propuesta?

Sonreí.

—Es imposible no hacerlo, me has dejado tentada a la primera.

—Y estás casi segura de que no puedes dejar una oferta como esa...

Agregó deseando que lo confirmara.

—Demasiado tentadora, pero he de decirte que recibí más de trece mensajes antes del tuyo, todas de compañías importantes.

Bromeé.

—Pero seguro ninguna mejor que la mía.

Presumió. Solté un chasquido.

—Tengo una oferta de Daylight Journal.

Continúe y bufó.

—Esos estadounidenses siempre queriéndolo conseguir todo —se quejó. Daylight Journal era una empresa americana y la mayor competencia de Fabrizio—. Por favor, júrame que la rechazaste, ¿sí? —dijo en un tono serio. Reí.

Mi romance realWhere stories live. Discover now