Prólogo

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Tecleé con furia en mi laptop la convocatoria para entrar al palacio real como uno de los diez afortunados periodistas para entrevistar al príncipe de Suecia, si no hubiese sido por el idiota de mi jefe, o, mejor dicho, exjefe, quizás estaría tumbada sobre mi cama viendo un maratón de Netflix en vez de estar inscribiéndome en semejante convocatoria.

Sabía que era una tontería, pero, aun así, mi enfado me incitaba a continuar escribiendo todos mis datos, ¿Por qué quería entrevistar al príncipe? Sencillo, para darle una paliza al idiota que me dijo que yo jamás sería una buena periodista, si quedaba seleccionada —que probablemente no sucedería, pero no perdía las esperanzas—, le restregaría la noticia en la cara y le demostraría que soy mucho mejor periodista que él.

Aplasté con fuerza la tecla de enviar y esperé impaciente los cinco minutos necesarios para ver si sería aceptada o no, me mordí las uñas de la mano derecha, cuando pasaron los cinco minutos, la página volvió a cargarse y la nota por fin apareció.

Señorita: Bethany Danielsson,

ha sido usted una de las afortunadas periodistas para ingresar al palacio real, esperamos su visita el día 14 de mayo del 2019 a las 9:00 a.m.

Por favor, le pedimos que lleve la documentación solicitada e imprima los pases que hemos enviado a su correo, de lo contrario, no tendrá acceso al palacio real y su invitación será revocada.

Mis ojos se abrieron como platos y leí la nota dos veces más, me puse de pie sobre la cama y comencé a soltar gritos de alegría al mismo tiempo que daba pequeños saltitos sobre ella, no podía creer lo que había leído, así que, cuando recuperé la compostura, volví a echarme sobre la cama y leer la nota nuevamente, era real, fui seleccionada.

—¡En tu cara Nicholas!

Grité el nombre de mí exjefe a pesar de que no estaba presente. Nicholas Eliasson era un periodista despiadado, la clase de persona que cuando tiene una noticia en sus manos, se encarga de distorsionarla y arruinarle la vida a quien le es posible con tal de hacer un gran chisme y beneficiarse de ello, en cambio, yo tenía otro concepto de qué es ser periodista. Para mí, destrozar la vida de alguien con tal de dar una noticia no era correcto, prefería quedarme sin noticia.

Ahora esta era mi oportunidad de demostrarle que era grande, que podía llegar a tener la misma suerte que él y convertirme en una de las mejores periodistas del país, iba a conseguir una muy buena entrevista con el príncipe y futuro rey de Suecia y él no iba a impedírmelo. Y por supuesto, se la restregaría en su cara justo cuando la noticia estuviese publicada en uno de los periódicos más importantes como el New York Times.

Mi romance realWhere stories live. Discover now