Capítulo 38

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Nuestra cena había despertado el humor de ambos que las ganas de dormir faltaban, por lo que una caminata nocturna después de una larga conversación pareció lo más conveniente para los dos, como de costumbre, la residencia estaba desértica después de las ocho, cosa que no me sorprendía teniendo en cuenta que todos aquí eran señores mayores y las nueve de la noche era como desvelarse para ellos. Frederick caminaba a mi lado con las manos dentro de los bolsillos de su pantalón y yo me abrazaba a mí misma para entrar en calor, no hacía falta tener una conversación en concreto, el silencio entre los dos era íntimo y agradable, no había tensión ni preocupación alguna, tampoco apuro en soltar palabras.

Cuando pasamos por el jardín de la señora Greta, Frederick detuvo su paso para acercarse a cortar una rosa blanca de su jardín, luego de cortarla, me ofreció una sonrisa y me la entrego, aquel simple gesto hizo que mis mejillas se sonrojaran de inmediato, pero acepté la rosa.

—Es linda —dije antes de olerla, una sonrisa se posó en su boca—. Gracias.

Murmuré para los dos, antes de continuar caminando.

—No tienes que agradecerme, seguro me llevaré un regaño por la mañana, pero vale la pena, sus rosas son las más bonitas —aclaró, enarqué una ceja con curiosidad, cosa que hizo que se acercara más a mí, detuviera su paso y volteara en dirección a la casa de la señora Greta y señalara hacia la puerta, donde visualicé lo que me pareció una cámara—. La señora Greta es desconfiada, por lo que tiene cámaras para vigilar su jardín, sobre todo si se trata de sus flores.

—Entonces, te regañara por haber cortado la rosa —dije y se encogió de hombros.

—Sí, pero no es como un gran problema, te ha gustado —asentí, gustar era poco, me había encantado aquel gesto sorpresivo. Frederick dio un respingo a mi nariz con su pulgar y me atrajo a él para continuar caminando.

No había dirección alguna, solo recorríamos las calles de la residencia y dejábamos que la noche nos abrazara a ambos.

—Creo que esta ha sido una de las mejores citas que hemos tenido, si es que se puede considerar como una.

Me vi diciendo para ambos, él sonrió.

—Pienso lo mismo, pero sin duda mi favorita fue el parque de diversiones —dijo, de inmediato, mi mente vagó en aquel inolvidable día—. ¿Con qué ya consideras nuestras salidas espontáneas como citas? —preguntó enarcando las cejas, divertido. Me encogí de hombros.

—Probablemente.

Dije tratando de restarle interés, Frederick negó con humor.

—Es agradable, además de que se siente bien y fuera de lo casual —dijo con tranquilidad—, sé que no se debe de hablar sobre otras citas cuando estás en una, pero las chicas con las que he salido no suelen aceptar este tipo de cosas, digamos que prefieren cosas más ostentosas que una simple caminata o cocinar en casa y ver películas navideñas.

—No dejarás lo de las películas navideñas, ¿verdad?

Cuestioné, cada vez que tenía oportunidad, parecía traer el tema de vuelta solo para molestar.

—Sí te gusta verlas durante temporadas no navideñas, definitivamente traeré el tema las veces que consideré necesario molestarte con ello.

Dijo y aproveché la cercanía para darle un empujoncito, lo que hizo que una risita corta saliera de él, risa la cual encontré adorable.

—Bueno, tú eres un tramposo de primera y no te lo estoy refiriendo en cada oportunidad que tengo, deberías de ser más considerado.

—¿Y perderme la oportunidad de hacerte enfadar? —preguntó agitando las manos en el aire—. Preciosa, ver tu adorable cara enfadada es mi parte favorita.

Mi romance realWhere stories live. Discover now