Capítulo 54

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Por un instante, pensé que nos encontraríamos regresando al palacio cuando los dos nos encontramos de vuelta en Estocolmo, desconocía con exactitud donde estábamos dirigiéndonos, ya era más de media noche y Frederick lucía animado ante el repentino cambio que de pronto tuvimos.

Conducimos por casi diez minutos más, no estaba segura de a dónde nos dirigíamos, aun así, estaba algo curiosa por conocer. El auto se detuvo minutos más tarde frente a un enorme edificio, aún continuábamos en la ciudad, sin embargo, este edificio no lo reconocí hasta que estuvimos dentro de él.

—¿Qué hacemos aquí?

Pregunté, ni siquiera entramos aún, estábamos parados en la entrada, además, estaba casi segura de que no había nadie dentro del edificio de la suprema Corte del país.

—Ya verás.

Dijo acercándose a la puerta, aun cuando él era el príncipe, lo que estaba a punto de hacer era un delito. Negué, lo amaba, pero a veces sus ideas eran algo extremistas que terminábamos en serios problemas y si estaba en cierto, estaba tratando de entrar al edificio.

—No entraré ahí, tendremos problemas.

—Ey, tranquila. No entraremos de manera ilegal o algo por el estilo, conozco al guardia de seguridad del edificio, además, tengo una llave extra.

Enarqué una ceja justo cuando sacó la llave del bolsillo de su pantalón, ¿acaso siempre la traía consigo?

—Entonces, ¿qué planeas hacer?

—Dios mío, preciosa, solo déjate llevar por un momento ¿sí? Juro que no estamos haciendo nada malo, ya lo verás.

Frederick introdujo la llave dentro de las puertas de cristal del edificio, estás se abrieron de inmediato y me sorprendí al ver que las luces por dentro estaban encendidas, o más bien la luz provenía de un pequeño cubículo donde un guardia de seguridad se encontraba sentado tomando un refresco mientras veía la pantalla de la computadora.

De inmediato, nuestra presencia llamó su atención y se sobresaltó al vernos a ambos.

—Alteza, casi me pega un infarto —murmuró recuperando la compostura y levantándose de su lugar para hacer una reverencia hacia Frederick.

—Buenas noches, Clay.

—Alteza, hace tiempo que no lo veo por aquí.

—Ha pasado un tiempo.

Se encogió de hombros, la mirada que ambos hombres compartieron fue cómplice.

—Veo que ha traído visitas.

—Así es, espero que eso no sea ningún inconveniente.

—Claro que no, Alteza, sabe que siempre es bienvenido aquí, ¿quiere que encienda las luces?

—Sería amable de tu parte.

Clay, como se había dirigido Frederick hacia él, se alejó del mostrador para acercarse a un interruptor y encender las luces del resto del edificio, el ruido que emitió cuando estas se encendieron me sobresaltó un poco, Frederick colocó su mano en mi espalda baja y me dio un pequeño empujón para que lo siguiera.

—¿Me dirás que estamos haciendo aquí?

Quería una respuesta rápida, él compartió una corta mirada.

—Solo ten paciencia, yo sé que no es tu fuerte, pero tienes que tenerla.

Si, la paciencia no era cosa mía y estaba siendo impaciente con todo el misterio que se estaba cargando.

Mi romance realDonde viven las historias. Descúbrelo ahora