Capítulo 31

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Regresar al trabajo había quitado la tensión de mis hombros debido al fin de semana, Frederick y yo habíamos mantenido conversaciones causales esta mañana, me había traído hasta la empresa y aseguró venir a buscarme después del trabajo. Los artículos nuevos en los que estaba trabajando eran cortos por lo que los terminé ese mismo día y Fabrizio se apareció en mi puerta con una sonrisa de oreja a oreja.

—No vas a creer la nueva noticia que acabamos de recibir.

Dejé de escribir en el computador y volteé a verlo, él agitó en el aire los papeles que tenía en sus manos.

—¿Qué noticia?

Pregunté y si fue posible, eso ensanchó más su sonrisa.

—La princesa de España y el príncipe de Suecia.

Mencionó. Tan pronto como lo dijo, la sorpresa me golpeó y pensé de inmediato en Frederick.

—¿Qué hay con ellos?

Cuestioné tratando de disimular mi sorpresa, eso animó a Fabrizio a tomar asiento en la silla frente a mi escritorio.

—Al parecer su alteza real fue visto este fin de semana con ella, una fuente cercana llamó para darnos la noticia.

A no ser que Fabrizio hablara de otro príncipe, no podía ser Frederick, él y yo habíamos estado juntos el fin de semana.

—¿Te refieres a Freddy? —tan rápido como su apodo salió de mí lo corregí—. Quiero decir, el príncipe Frederick, ¿estás hablando de él?

—¿De quién más voy a hablar? —cuestionó—. Esté príncipe siempre nos deja con curiosidad, ya sabes, siempre tan reservado con su vida que es difícil conseguir información sobre él.

Me aclaré la garganta conteniendo mis palabras, quería confirmarle que era demasiado reservado incluso con su misma familia, eso lo había aprendido durante todo este mes viviendo con él.

—¿Y cómo es que lo vieron con la princesa de España el fin de semana?

En mi cabeza, no existía una manera de creer que Frederick y la princesa estuvieron juntos el fin de semana, Fabrizio se inclinó hacia el frente colocando los codos sobre el escritorio.

—Según mi fuente, estuvieron en el palacio de Ulriksdal el fin de semana.

Habló, mi rostro palideció. No había forma en que Fabrizio tuviera esa información de primera mano, los únicos que estábamos en el palacio esa noche fue Frederick, los guardias reales y el rey.

Un nudo se formó en mi garganta mientras pensaba en cómo pudo haber obtenido esa información, solo podía pensar en que esa información la pudo conseguir de un guardia real y nadie más.

—¿Puedo saber cómo obtuviste esa información?

Me atreví a preguntar, Fabrizio sonrió al tiempo en que negó.

—Lo siento, pero es confidencial, no suelo revelar el nombre de quienes me ofrecen información preciada —aclaró—, lastimosamente, no hay mucha información al respecto y tendremos que inventar la noticia.

—¿Perdón?

—Preciosa, si queremos llamar la atención con una noticia como esa, debemos agregarle más. Lo único que sabemos es que estuvo con alguien en el palacio, la princesa Aitana.

No me gustó que me llamara preciosa, se sintió ajeno.

—¿Estás seguro de que era la princesa Aitana?

Se encogió de hombros.

—En realidad no me interesa, solo quiero que menciones que estuvo con la princesa Aitana y listo.

Mi romance realDonde viven las historias. Descúbrelo ahora