Capítulo 4

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El motor del auto se detuvo frente a la entrada de una residencia privada, Frederick sacó una tarjeta de uno de los bolsillos de su pantalón y la colocó frente al aparato que estaba afuera que expidió una luz de color verde antes de que las rejas de la entrada se abrieran y nos dejaran pasar.

—¿En dónde estamos? —pregunté llena de curiosidad, nunca había tenido oportunidad de estar en Solna por lo que desconocía la ciudad por completo, sin embargo, sabía que esta era una residencia privada.

—Residencia Stallmästaregården.

Contestó. Fruncí el ceño, en Estocolmo había una residencia del mismo nombre solo que esta estaba exclusivamente para las personas retiradas de la tercera edad.

—¿Sabes? En Estocolmo Stallmästaregården es una residencia para personas retiradas de la tercera edad.

Frederick volteó a verme con una pequeña sonrisa.

—Lo mismo en Solna, preciosa.

Me guiñó un ojo. Enarqué las cejas, asombrada.

—¿En serio vives aquí? —pregunté con intriga al tiempo en que volteaba por la ventana a ver las perfectas y bien cuidadas casas, ¿qué hacía viviendo en un lugar como este? —Creí que eras del tipo que vivía en un edificio elegante.

Confesé, me había imaginado su departamento en un edificio precioso con la mejor vista de la ciudad.

—No es mucho de mi agrado —dijo arrugando la nariz—. Prefiero los lugares tranquilos y silenciosos, además, la gente aquí es agradable, ¿te sorprende?

Preguntó dando vuelta a la derecha en una esquina. Asentí frenéticamente.

—Creí que los miembros de la realeza vivían siempre en palacios.

—La mayoría lo hace —responde. Hubo una pequeña pausa mientras estacionó el auto en una casa de color blanco con un césped recién cortado. No dijo nada más, sentí la curiosidad de preguntarle por qué vivía aquí, el motor del auto se apagó y me prestó toda su atención.

—Estoy sorprendida —dije mirándole directo a sus ojos avellana.

—Lo sé.

—¿Puedo preguntar que hace alguien como tú viviendo aquí? Y no me refiero en el sentido en que seas un miembro de la realeza, dejemos tu título a un lado, me refiero al hecho de que eres un hombre joven, ¿Qué tienes? ¿Veintidós? ¿No se supone que a esta edad la mayoría desea vivir en una gran ciudad?

Una risita salió de él.

—Ya te dije, me gustan los lugares tranquilos.

Dicho esto, abrió la puerta del auto y se apresuró a salir, hice lo mismo. De los bolsillos de su pantalón, sacó una llave y abrió la puerta de par en par, se hizo a un lado y me hizo una seña para que entrara primero. Tengo que decir que me quedé admirada al contemplar el interior de su casa, ni siquiera se acercaba a ser la clase de vivienda de hombre soltero, el lugar estaba perfectamente decorado en un estilo rústico, daba la impresión de que un hombre mayor —justamente de la tercera edad— llevaba tiempo viviendo aquí. La puerta hizo clic a mis espaldas al cerrarse y volteé a verle. Frederick habló.

—Solía ser de mi abuelo, lo heredé después de su muerte.

Eso tenía sentido, explicaba el hecho de por qué vivía aquí.

—No tenía idea de que el rey Carl vivía aquí.

—No lo hacía en concreto, solía venir aquí a menudo, lo había comprado hace años con la esperanza de que él y mi abuela se vinieran a vivir aquí después de dejar el trono, sin embargo, ella jamás quiso hacerlo, después de su muerte, el abuelo decidió venirse a vivir aquí por su cuenta, solía venir a verlo la mayoría del tiempo.

Mi romance realWhere stories live. Discover now