Vivía comiéndose toda su comida cuando en su casa tenía de todo.

-No me importa.-se cruzó de brazos Renjun.-Me gusta el ramen.

-¡Pero mira todo lo que tienes!-señaló dentro de la nevera, camino hacia la despensa y casi de desmaya.-¿Estas jodiendo conmigo?

Renjun soltó un jadeo.

-¿¡Qué acabas de decirme!?-su rostro se puso tan rojo que Jeno sintió miedo, pero unos segundos después Renjun pareció darse cuenta de lo que hizo así que se calmó.-Lo siento, digo, podemos llevar toda la comida a tu departamento.

-¿Para que?-había preguntado en un susurro.

-Me gusta comer contigo.-se encogió de hombros.

Y ese día, Jeno decidió que ya no discutiria ni le llevaría la contraria al ahora rubio con mechones morados. Sólo se uniría a el.

Así fue como terminaron pasando todas las compras de Renjun hacia el departamento de Jeno, y los días pasaban y Renjun tocaba la puerta de su departamento todas las mañanas para desayunar, entonces Jeno se quejaba porque se estaba bañando y le dijo que entrará con confianza y no fastidiara. Renjun iba al departamento de Jeno y abriendo la puerta de la nevera encontraba también su almuerzo que Jeno preparaba en las mañanas, a las 5:00 PM cuando Jeno llegaba del trabajo Renjun ya estaba sentado en su sofá jugando con sus gatos esperando por su cena. Y así fueron pasando las semanas, Jeno era su esclavo y Renjun era el lindo chico chino al que le servía.

Luego las cosas se fueron poniendo más interesantes, Renjun comenzó a ser parte esencial de su vida. Cuando un día su madre llegó de sorpresa a su casa y encontró al chino dormido en el sofá terminó haciendo un escándalo y emparejandolos. Lo había acosado con preguntas y Renjun gustoso había respondido, cuando Jeno llegó estaba sorprendido de ver a su madre y a Renjun sentados en el suelo mientras tomaban té.

Luego de eso su madre preguntaba constantemente por Renjun y él honestamente amaba hablar de él. Tan sólo cinco meses después de todo eso Renjun se quedaba más en su departamento, hablaban más y reían por todo y nada. Jeno le mostraba cosas y Renjun se sorprendía. Comenzaron a salir, el pelinegro no sabía porque pero Renjun también se sorprendía por las ferias, los centros comerciales, por los zoológicos...

Todo parecía sorprender al chino y Jeno no sabe por que pero eso lo hacía sentir cálido. También recuerda el día en el que Renjun se confeso mientras estaban viendo una película.

-Jeno...

-¿Si?-respondió comiendo de sus palomitas sin mirarlo.

-Me gustas.-eso captó toda la atención de Jeno.-En serio, eres, lo que nunca podré tener en la vida.

-Yo...

-No debe ser mutuo pero quisiera que me aceptaras, aunque sea por lástima.-sonrió.-De todos modos no será por mucho.

-Renjun...-dijo sorprendido, tomo sus manos.-No te tengo lástima, tu también me gustas mucho, en serio.

Renjun sonrió e incorporándose tomo el rostro de Jeno en sus manos, el menor cerro sus ojos listo para sentir los labios de Renjun sobre los suyos, pero...

-No se besar.

¿Qué?

-¿Qué? ¿Como puede ser?-susurro abriendo los ojos.

-Nunca he besado a alguien en mi vida.-susurro cubriendo su rostro con sus manos, Jeno pensó que Renjun no podia ser más lindo, pero cuando delicadamente, apartó las manos del chino y vio su rostro totalmente sonrojado todas sus expectativas se fueron a la mierda, Renjun podía lucir incluso más tierno.

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