—¿A dónde nos llevan? —pregunté entrando en pánico, jamás en mi vida había sido arrestada, mucho menos con un miembro de la realeza, Frederick iba unos pasos delante de mí, cinco guaridas acompañándonos a ambos mientras que el resto regresó a su trabajo. Mi corazón comenzó a latir con fuerza, no quería ir a la cárcel. Nunca en mi vida había ido y no quería hacerlo ahora.

—Por favor, guarden silencio. Serán escoltados al palacio donde la policía local vendrá por ustedes, también hemos puesto en alerta a la familia real.

—Maldición —protestó Frederick, la mención de su familia no le agrado para nada, se removió entre los hombres que lo escoltaban—. ¿Vendrán para acá?

—No tiene derecho de preguntar sobre la familia real, es confidencial.

Bufó.

—Le aseguró que conozco el protocolo mucho mejor que ustedes, así que les sugiero negociar esto de manera pacífica.

El guardia que iba en frente de todos detuvo su pasó, el resto hizo lo mismo y volteó a ver a Frederick con seriedad.

—Sobornar a un guardia real es un delito, señor. Si no desea tener más cargos de los que probablemente tendrá, le pido que considere bien sus palabras.

Podía ver la seriedad en el rostro del guardia, la situación le disgustaba, no estaba contento, lo que más me sorprendió es que no reconocieran a Frederick.

—De acuerdo, pero...

El celular en el bolsillo de su pantalón dejó sus palabras a media, ofreció una mueca y se removió entre los guardias.

—Por favor, déjenme atender la llamada. Es importante, le aseguró que no atentaré contra nadie. —El guardia enarcó una ceja, Frederick sonrió—. Si no atiendo la llamada ahora mismo, podríamos desatar un gran golpe de Estado al estallar una bomba sobre el palacio de Ulriksdal ¿no les parece?

¡Por Dios! ¿Cómo es posible que se pusiera a bromear en estos momentos? ¿Había perdido la cabeza?

Como sea, el guardia creyó en sus palabras porque su rostro se llenó de pavor.

—Quítenle las esposas.

Ordenó. Los guardias actuaron inmediatamente, Frederick se sobó las muñecas cuando fue liberado y sacó el celular del bolso de su pantalón para atender la llamada.

—¿Sí? —preguntó a quién sea que estaba del otro lado de la línea, todos estábamos atentos a la llamada, los guardias estaban mirándolo con cierta angustia, sobre todo, daban pequeñas miraditas al cielo nocturno como si de allí fuese aparecer un avión que soltara una bomba hacia el palacio—. Sí, me haré cargo sobre ello. Les avisaré cuando todo esté bajo control.

Tan rápido como colgó la llamada, sonrió hacia la guardia.

—Caballeros, es una falsa alarma. No hay nada de que preocuparse, les recomendaría que dejen irnos ahora mismo y tengan una buena velada, les aseguró que no habrá más incidentes por el resto de la noche, la familia real está ocupada como para venir desde Estocolmo hasta Solna a comprobar que todo está estable dentro del palacio.

—¿De qué habla?

Preguntó el guardia con el ceño fruncido, aún lucía algo enfadado. Frederick estaba colmando su paciencia.

—Que debería de dejarnos ir si no desea perder su trabajo —habló con seguridad dando un paso al frente del guardia, la escasa luz dio en su rostro y de pronto el guardia lo reconoció.

—Alteza. Es usted.

Susurró con los ojos llenos de asombro.

—En carne y hueso, no en espíritu.

Mi romance realWhere stories live. Discover now