PROLOGO

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En una noche tan oscura, ni la luna, ni las estrellas daban paso a su luz, estaba completamente oscuro.

Gritos, gritos de una mujer son lo que se escuchaban en una habitación de un monasterio en Inglaterra, sus gritos se podían escuchar por los pasillos de esta institución, los gritos eran más fuertes por cada minuto que pasaba.

- ¡Puja! - le grito una partera.

-Amelia, escucharme tu puedes, solo puja un poco más. - le apoyo un señor tomando la mano de la mujer demostrando su apoyo.

-Carlos... no puedo... duele. - la mujer de cabellos color chocolate respiraba con dificultad.

-Vamos Amelia, tu puedes, solo puja, yo sé que te duele, pero has un esfuerzo, por ti, por ella. - dijo Carlos con preocupación por el aspecto tan vulnerable que tenía Amelia.

Ella con las ultimas fuerzas que tenía, pujo. Sus lágrimas se mezclaban con su sudor, su respiración estaba muy acelerada, sus ojos estaban cerrados pero un pequeño chillido la hizo abrirlos. La partera envolvió a la pequeña niña en una pequeña sábana blanca y la llevo a los brazos de Amelia, ella con mucho cuidado la tomo, miro su la carita de la bebe, era muy parecida a ella.

Amelia sonrió al verla, estaba tan tranquila, miro a Carlos.

- ¡Hola mi niña! - saludo a su hija. - Soy mamá, ¿Quieres conocer a tu tío? - dijo con una voz suave para no alterarla.

Amelia estiro a la pequeña niña para que Carlos la tomara, él sonrió y tomo a la niña en brazos la arrullaba de un lado a otro con mucho cuidado, la sentía tan frágil, le daba miedo hacerle daño. Amelia sonrió ante aquella imagen frente a ella, miraba como Carlos se movía para no despertarla, poco a poco se empezaba a sentir débil.

Carlos sin despegar la vista de la bebe pregunto.

- ¿Como la llamaras? - dijo sin dejar de sonreír.

-Ankaa... -susurro Amelia.

- ¿Ankaa? ¿Cómo la estrella? - pregunto, ella solo contesto con un simple ¨si¨. - Me gusta es muy bonito - dijo sin quitar su mirada de la niña.

-Su padre jamás podrá conocerla, él no sabe que ella existe, aparte solo lo vi una noche. - soltó de repente Amelia. Ella sentía como las fuerzas se le iban. Algo le decía que ella no podría estar más con su hija.

- ¿Por qué me dices eso? - dijo Carlos frunciendo el ceño miro a Amelia. - ¡Enfermera! - grito sin importarle despertar a la bebe, una preocupación se formaba en él.

-Cuídala mucho, cuídala como si fuera tuya... no la sueltes nunca, eres mi mejor amigo y no sé qué es o porque me trajiste aquí en vez de un hospital, pero gracias, no me dejaste sola, sé que no hemos hablado hace mucho, pero prometimos siempre ser familia, sé que tienes secretos, pero no importa... confió en ti. - hablo Amelia tan firme tomado la mano de Carlos.

Carlos no comprendía porque decía esas cosas, solo sabía una cosa y esa era que su Amelia se estaba despidiendo, el pánico se instaló en él.

- ¡Enfermera! - grito de nuevo haciendo que la bebe despertara llorando, miraba para la puerta esperando que la enfermera llegara para saber que pasaba, se giró a ella. -Amelia... deja decir eso. - ella no lo dejo terminar, puso un dedo sobre sus labios.

-Confió en que la cuidaras, confió que la amaras y le darás todo el amor que yo no podré darle...- sonrió mientras lagrimas caían de sus ojos. - prométeme que le hablaras de mí, que no la dejaras, qué tu corazón latirá por ella.

Ella se desvanecía poco a poco, el tomo su mano con fuerza. - Lo prometo. - dijo pasando el nudo que se estaba formando en su garganta. Las enfermeras y la partera entraron corriendo para revisarla, las maquinas que estaban conectadas a ella empezaron a sonar como locas, el no prestaba atención a nada solamente a Amelia, todas las voces de las demás personas se escuchaban lejanas.

-Serás un gran padre, lose. - dijo sonriendo sin soltar la mano de Carlos.

Cerro lentamente sus ojos, una de las maquinas sonó indicando que Amelia había muerto.

El miedo, al pánico, la tristeza recorría el cuerpo de Carlos.

-Lo prometo, seré un padre para ella, no la dejare nunca. - dijo dejando caer de sus ojos lágrimas, abrazo a la bebe intentando calmarla y el consolándose un poco por la muerte de su mejor amiga.

Salió de ahí pero antes de que la puerta se cerrara completamente vio el cuerpo inerte de Amelia siendo preparado por las enfermeras.

Camino por los pasillos del monasterio siendo observado por los sacerdotes de la institución.




La CazadoraWhere stories live. Discover now