Dando a luz

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Levi corrió desesperado hacia el coche con cuidado de que la preciosa carga entre sus brazos no sufriera más de lo que lo estaba haciendo ya, ignorando los gritos de su familia y del estadio entero.

Nada de eso importaba en absoluto.

Su hermosa esposa estaba entre sus brazos, con una mueca de dolor en su bello rostro y la frente empapada de sudor, lo cual hacía que su corazón se encogiera de sufrimiento y su cuerpo se llenara de ansiedad.

Los nervios se lo estaban comiendo por dentro, el corazón le iba a mil y las náuseas estaban instaladas en la boca de su estómago.

La larga falda azul cielo del suave vestido de premamá que llevaba su reina estaba empapada de liquido y sangre, la piel de ella, que normalmente era de un suave bronceado precioso, estaba blanca y pálida, con los ojos cerrados por el dolor.

La angustia le aprisionó el corazón y hizo que acelerara el paso desesperado hacia el coche:

- Mi amor ya vamos... ya vamos amor mío... aguanta amor mío...

Ella hiperventilava con los ojos cerrados y las gotas de sudor cayendo por la piel pálida de su frente.

Levi abrió el coche de golpe y posó a su esposa en el asiento con toda la delicadeza de la que fue capaz. Ella gimió cuando tuvo una fuerte contracción, se agarró la barriga inclinándose hacia delante y gritando de agonía:

- Aaaaaaahhhhhh!

Levi se quedó más blanco que la nieve, más de lo que ya era, y corrió hacia el asiento del conductor desesperado.

Cuando se sentó y abrochó el cinturón con rapidez procedió a abrochar el de su esposa con delicadeza, ella lo miraba hiperventilando con los hermosos ojos de chocolate bañados de dolor.

El corazón de Levi se retorció dolorosamente en su pecho, le dolía ver a su amada esposa, que hacía unos minutos estaba radiante y bella, sufriendo de esa manera.

Su esposa habló entre los jadeos de dolor con una voz débil que le acabó de partir el corazón a Levi:

- A-amor... el... el partido...

Levi le acarició la mejilla con suavidad horrorizado de que ella pensara en eso en ese momento:

- Amor mío eso no importa... importáis tu y nuestros hijos que vienen de camino... el partido se puede ir a la mierda.

Ella sonrió levemente, pálida e hiperventilando, sus ojos empañados por el dolor se llenaron de una chispa de dulzura:

- Gra... gracias amor...

- No te atrevas a dármelas. Tu estás sufriendo para traer a nuestros bebés al mundo... y yo voy a estar contigo todo el rato, te amo...

Levi arrancó y salió del parking del estadio conduciendo todo lo rapido que podía sin arriesgar la integridad de ambos y de sus retoños, mientras su esposa gemía de dolor de vez en cuando en el asiento del copiloto.

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Hanji solo podía hiperventilar para intentar contrarrestar los dolores de las contracciones, desde que habían subido al coche no había tenido ninguna más pero estaba tremendamente nerviosa.

No sólo por el dolor que suponía dar a luz, que le aterraba, sino porque sabía que ese parto no era natural, que se había adelantado por su imprudencia de agacharse cuando Levi llevaba semanas insistiéndole en que no lo hiciera.

Si algo le pasaba a alguno de sus bebés no iba a poder perdonarse nunca... y como iba a mirar a su esposo a la cara?

Empezó a hiperventilar por la ansiedad, agarró la mano de su esposo temblando de forma incontrolable. La voz de él se alzó llena de preocupación:

Amantes OlímpicosWhere stories live. Discover now