Primeras veces

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Levi se sentía en el cielo. Esa era la expresión correcta. Estaba en el puto cielo.

Respiró aceleradamente contra la nuca del amor se su vida, que estaba tumbada debajo de él, sudada y jadeando, su piel de seda contra la suya. Nieve sobre chocolate.

La abrazó con un poco de más fuerza, le dió un beso en la nuca y luego un mordisco, sobre el que pasó la lengua. Ella soltó un gemido debajo de él y él no pudo evitar ronronear contra ella:

- Mmmm... mi amor...

Su pene seguía clavado totalmente en el dulce ano de su Hanji, que lo apretaba com muchísima fuerza. Notaba como la estaba llenando con su caliente semen, había tanto que un poco había conseguido escaparse de su interior y resbalar entre sus hermosas piernas, manchando las sábanas de la cama.

El prieto anillo de músculo dió un pequeño espasmo apretándole el pene, él gimió y se enterró un poco más en ella, continuó eyaculando en su interior con un suspiro de placer.

Sabía que su princesa debía se estar sintiendo dolor aparte de placer, mucho dolor. Los gritos del principio le habían provocado un nudo de congoja en el pecho, había querido salir pero ella le había ordenado que no lo hiciera y que la metiera entera. Su voz había sido tan autoritaria que Levi había obedecido sin pensárselo dos veces.

Incluso inundada por el dolor y dominada por él, ella seguía dándole ordenes con voz autoritaria, eso lo había excitado muchísimo, así que la había cogido por las caderas y había empujado en su interior cerrando con fuerza los ojos mientras el placer lo recorría.

Hacerlo por el ano de su princesa había sido una de las mejores experiencias de su vida. Aunque pensándolo bien todas las mejores experiencias de su vida implicaban a Hanji. Dios, la amaba tanto que no sabía como su corazón podía con ese enorme sentimiento y no explotaba en su pecho.

Había sido diferente. Cuando le hacía el amor por su preciosa vagina el tacto era húmedo y suave como seda, el lugar era limitado y él siempre acababa aplastado contra su cuello uterino, lo qual lo llenaba de un exquisito placer. Además ella latía y se cerraba alrededor de él mientras no paraba segregar la caliente y dulce lubricación.

Hacer el amor por el ano había sido distinto, el agujero no era suave como seda sinó ligeramente rugoso. No había latido a su alrededor de placer aunque si se había contraído ligeramente a su alrededor cuando ella llegó al orgasmo, no tanto como su vagina. Tampoco había habido lubricación natural, aunque él se había encargado de llenarla de lubricante para facilitar el proceso, y también se había huntado el pene con una generosa capa. Pero él agujero era tan estrecho... tan sumamente estrecho y caliente... apretándolo de forma casi dolorosa... y el ano se había contraído alredor de la base de su polla com una fuerza que lo había vuelto loco. El estrecho agujero no tenía final y él único tope habían sido las preciosas nalgas de ella.

En resumen, había sido diferente pero terriblemente excitante y placentero, tan terriblemente estrecho y fuertemente apretado que había sido como rozar el cielo con las puntas de los dedos.

Adoraba haberlo hecho con ella por primera vez, ambos vírgenes en ese aspecto. Su corazón latió como loco.

- Hanji... amor mío... he tocado el cielo...

Gimió contra su suave cuello, ella solo pudo soltar un gimoteo de respuesta.

Estaba preciosa, sudada y agotada debajo de él, soportando su polla en el ano con el ceño fruncido por el dolor y los labios abiertos por el placer. Su corazón burbujeó amor por su pecho.

Sabía que debía salir de ella para liberarla del dolor, pero se sentía tan a gusto y ella estaba tan hermosa, que estaba prolongando el momento lo máximo posible.

Amantes OlímpicosWhere stories live. Discover now