Discurso

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Petra dió un último salto sobre la barra y cayó sobre el suelo, se tambaleó ligeramente pero consiguió aguantar sin caerse.

Ese había sido un mal aterrizaje y sabía que iba a restrle puntos. Mierda.

Pasó con la espalda recta por delante de los jueces, que estaban puntuando su actuación, y fué hasta el banquillo de la selección de gimnasia italiana.

Una vez allí bebió un trago de agua mientras su entrenadora la reñía:

- Hemos practicado el aterrizaje miles de veces, has hechado a perder el ejericio con ese tambaleo.

Tch. Siempre tan estricta su entrenadora.

Ella se disculpó para ir al baño. Iba a retocarse el maquillaje, a ver si así conseguía calmarss un poco y conseguir su tan ansiada medalla olímpica.

Estaba nerviosa desde que su plan falló completamente anoche, no solo no había recuperado a Levi sino que él ni la había mirado dos veces.

Bueno al menos Hanji los había visto, si esa jirafa gafotas lo dejaba era probable que él cayera de nuevo en sus manos, y ella lo recibiría con los brazos abiertos encantada.

Ahora que lo pensaba bien... esa noche después de la ceremonia de clausura había la última fiesta en la villa olímpica... era el momento perfecto para seducir al despechado Levi. Un poco de alcohol, una noche de sexo y él estaría de nuevo entre sus manos.

Se miró sus perfectas uñas pintadas, iba a arañar la ancha y sexy espalda de Levi con ellas esa noche, mientras él la follaba con su enorme pene. Porque lo tenía enorme... mucho más que Zeke.

Entró en uno de los lavabos para atletas, apoyó su neceser de maquillaje en el lavamanos y se dispuso a abrirlo. Pero no le dió tiempo, una mano de largos dedos la cogió por el cuello de su chaqueta de chándal y la levantó en el aire, dejándola a varios centímetros del suelo y estampándola contra la pared.

Ella gimió aterrorizada, entonces vió lo fieros ojos castaños enfrente de ella, llenos de fría y poderosa rabia.

Se quedó completamente lívida.

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Hanji vió a Petra entrar en el baño con su neceser de maquillaje. Tal y como le habían indicado Petra solía ir a maquillarse en las pausas entre ejercicios.

Era menuda y parecía inofensiva, con su blanca piel y sus grandes ojos ámbar. Parecía una muñequita de porcelana.

Y una mierda.

Dentro de ese cuerpecito había una completa y total víbora. Una zorra asquerosa que había intentado separarla del amor de su vida. Que había intentado robárselo.

Sintió como le hervía la sangre.

Pues que se jodiera, a Levi le gustaba ella con sus largas piernas, aunque no fuera una muñeca de procelana como Petra.

Sí es que seguía gustándole... porque después de lo de anoche, después de darle un bofetón y de negarse a creerle, era muy probable que él ya no quisiera nada con ella. De hecho, ya la había dejado esta mañana.

Su perfecta historia de amor se había ido a la mierda y una de las principales culpables estaba delante de ella.

La rabía le fluyó por las venas, contrayéndole los músculos con fuerza.

Dió unas largas zancadas hasta llegar a donde estaba esa pequeña zorra, concentrada en su maquillaje. Alzó una mano con velocidad y la agarró por el cuello del chándal.

Amantes OlímpicosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora