Oro

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Hanji y Levi habían dejado a los gatos en casa de Kuchel la noche anterior, dentro de tres horas salía el vuelo hacia la olimpiadas de París para los atletas y entrenadores que salían desde Barcelona.

Las maletas ya estaban cerradas, sus raquetas y bolsas de deporte preparadas en el coche para ser embarcadas junto con el equipo del resto de atletas.

Hanji estaba nerviosa mientras acababa de ponerse el chándal oficial de España, de color rojo con detalles amarillos.

Habían logrado ganar el Roland Garros debido a que ambos eran muy buenos jugando en tierra batida. El Wimbeldon había sido una final durísima contra Moblit y Lynne, en la que habían conseguido ganar por los pelos, y que la había dejado completamente exhausta. Así que si ganaban el oro en dobles junto con el open de Estados Unidos, harían un Golden Grand Slam. La sola idea la llenaba de ilusión, pasar a la historia junto con el amor de su vida.... pero para ello no podían permitirse perder, en las siguientes olimpiadas tendrían 29 y 31 años respectivamente, sería más difícil lograrlo. No podían permtirse perder y eso la tenía al filo de la ansiedad.

También iba a ser la abanderada de España, eso la llenaba de ilusión pero también estaba un poco nerviosa, con lo torpe que era esperaba no tropezar delante de todo el planeta ni golpear a algún compañero con el palo de la bandera.

Además... en la villa olímpica tendrían habitaciones individuales, lo qual quería decir que dormiría sin los brazos de Levi a su alrededor por primera vez en más de un año. No quería, le iba a costar muchísimo dormir sin esos fuertes brazos cálidos a su alrededor, sin ese maravilloso olor a sándalo en el aire, sin sus besos y caricias matutinos. Se le hacía un nudo el la garganta al pensarlo.

La grave voz de Levi interrumpió sus tormentosos pensamientos:

- Esa es tu cara de preocupación cuatro ojos.

Hanji alzó la mirada y lo vió, él llevaba solo los pantalones del chándal puestos, con la camiseta metida por los brazos, a punto de ponérsela.

Estaba hermoso, con sus ojos plateados mirándola intensamente, su precioso pelo oscuro cayendo entre sus ojos, los labios más besables que nunca.

Hanji fué hacia él y lo abrazó, enterrando la cara en la suave piel de su cuello, aspirando su delicioso olor a sándalo y marávillandose del acero de sus músculos bajo sus dedos

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Hanji fué hacia él y lo abrazó, enterrando la cara en la suave piel de su cuello, aspirando su delicioso olor a sándalo y marávillandose del acero de sus músculos bajo sus dedos.

Él la rodeó automáticamente con sus fuertes brazos y le besó el cabello con ternura.

- Que te pasa amor?

Hanji se apretó más contra él antes de susurrar en voz baja:

- No quiero dormir sin ti... no podré...

Él la apretó con fuerza y la arrulló:

- Mi amor... son solo dos semanas... y nos veremos todos los días... además estaré en el mismo edificio, si me llamas estaré en tu puerta en menos de dos minutos.

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