De vuelta a la normalidad

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Kenny ya había gritado a Levi dos veces durante ese día, en el descanso y luego por la tarde en el hotel, su sobrino apenas se había inmutado.

No entendía que le pasaba al enano. Si Kuchel tenía razón con lo que le había dicho hace unos meses, que seguramente la tendría, pues a su hermana no se le escapaba nada, su sobrino debía estar contento de jugar de nuevo con la princesa del tenis.

Levi sabía que Kenny seguía permitiendo los partidos de dobles por los buenos resultados que estaban teniendo. Si Kuchel tenía razón... Levi debería matarse en la pista para conseguir ganar y seguir jugando ese tipo de encuentros.

Por burlón que a veces pudiera parecer Kenny, él amaba a su sobrino, era como un hijo desde que nació 24 años atrás y además había desarrollado un talento excepcional para el tenis cuando empezó a ir a su escuela, de seguida Kenny se convirtió en su entrenador personal cuando vio el talento de su sobrino. Kenny estaba muy orgulloso de su pupilo.

El enano había aguantado sorprendentemente bien todo lo que había pasado con Kuchel, no se hundió en ningun momento, sumando peso a sus espaldas y permaneciendo en pie, pensaba que ahora que ella estaba en casa todo mejoraría para él. Y en el primer torneo individual todo había ido bien, no entendía porque se hundía ahora.

Decidió encaminarse de nuevo a la habitación de su sobrino por segunda vez en aquel dia, esta vez no iba a gritar al enano, iba a hablar con él. Era su tio y entrenador desde que Levi apenas media un metro de altura. No es que hubiera crecido mucho desde entonces.

Rió por dentro ante la idea.

Bueno eso no importaba, el punto es que el quería a Levi, como entrenador estaba enfadado y como tio preocupado. Iba a conseguir que Levi se sincerara con él, como cuando escondía los dulces de niño.

Cuando se acercó a la puerta de su sobrino alzó la mano para picar cuando unos sonidos lo detuvieron.

Gemidos.

Gemidos? Acaso el enano se estaba masturbando? No le parecía mal, pero esperaría a que acabará.

Entonces escuchó unos gemidos femeninos y un grito:

- Levi...

El enano no estaba solo, y por el sonido de ese "Levi..." Kenny tenia casi una certeza absoluta de quién era la mujer que estaba con él.

Maldita Kuchel, llevaba ganandole apuestas desde los seis años. El había apostado con seguridad "Te aseguro, querida hermanita, que me costó que el enano quisiera hasta verla, es un cabezón, y los he visto jugar mil veces, entre esos dos no hay nada". Pero Kuchel había ganado, como siempre.

Suspiró. Esperaba que esta sesión de sexo descargara aquello que tenía al enano descentrado y no tubiera el efecto contrario: agotar a sus dos tenistas antes de una final que ya iban perdiendo desastrosamente.

"Levi por dios... que ella pueda caminar y correr mañana en condiciones" pensó.

Los dejaría en paz, quizás su relación traería cosas buenas a la pareja en las competiciones. Y si empezaban a surgir problemas... entonces ya hablaría con Erwin Smith y tomarian medidas.

Se dirigió a su habitación y saco el iphone para llamar a su hermana.

- Hola Kuchel querida

- Hola Kenny! Vi el partido de hoy, todo va bien por ahí? Levi...

- Tenias razón - la interrumpió

- Disculpa?

- Que te debo 50 euros Kuchel, al enano le gusta la princesa.

Amantes OlímpicosWhere stories live. Discover now