Amantes Olímpicos

Respuesta

Levi le estaba diciendo unas cosas tan hermosas delante del mundo entero que el corazón de Hanji vibraba de amor. Sus ojos se humedecieron, quería llorar, pero estaba tan sorprendida que ni siquiera podía moverse.

Solo quería besarlo. Besarlo con todas sus fuerzas y no separarse jamás de él. Pero si lo besaba él dejaría de hablar y ella no quería interrumpirlo, él era muy privado e introvertido con su vida personal, que le estubiera diciendo todo eso delante del mundo entero era increíble.

Levi se arrodilló, el corazón de Hanji se puso como loco, delante de ella mirándola con los ojos cargados de amor, la plata líquida le envió una cálida sensación por el pecho.

Iba a pasar lo que pensaba que iba a pasar?

El estadio murmuraba pero todo quedaba ensordecido porque ella solo escuchaba los latidos de su desbocado corazón y la grave y sensual voz de Levi.

- Hanji Zoe, te amo tanto que no puedo imaginar una vida sin ti, eres lo más maravilloso que tengo, te amo tanto que quiero estar contigo hasta el resto de mis días... así que...

Él sacó un estuche de terciopelo negro del bolsillo de su americana roja. Hanji abrió los ojos desmesuradamente.

Él rodeó la tapa con sus hermosos dedos blancos, esos que la habían acariciado incontables veces, esos que ella amaba tanto, y la abrió.

Un anillo de diamantes brilló bajo los focos, destellando en un arco iris de colores. Hanji contuvó la respiración. Era hermoso, era más que eso, era precioso, era perfecto.

Una banda de oro rosa, fina y delicada, que se abría en dos, sobre las cuales reposaba un precioso diamante que brillaba en miles de destellos, a cada lado de ese espectacular diamante reposaban tres más pequeños que destellaban tímidos.

Hanji se quedó sin palabras.

Oh Dios mío. Era precioso. Le encantaba.

Fino y delicado, sin ser como el típico anillo de pedida, extraño al igual que ella.

Lo ojos se le llenaron de lágrimas, entonces Levi habló con su profunda voz, que temblaba ligeramente por los nervios, un temblor imperceptible para los demás pero completamente claro para ella, que lo conocía como la palma de su mano:

- Me concederías el honor de convertirte en mi esposa? Quieres casarte conmigo mi amor?

Oh Dios. Lo había dicho. Oh díos mío.

Hanji estaba tan emocionada que le costaba incluso respirar, el corazón le iba a mil por hora, la felicidad la inundaba.

Ser la esposa de Levi Ackerman. Oh Dios mío... era un sueño?

Estaba tan emocionada que no podía ni hablar, solo quería llorar, gritarle la respuesta y lanzarse a besarlo como loca.

El estadio entero había enmudecido esperando su respuesta.

Hanji logró pestañear y dos lágrimas se derramaron por sus mejillas. Vió como la cara de Levi pasaba de una expresión de esperanza a una de preocupación.

No, no quería que él pensara ni por un segundo que iba a rechazarlo.

Luchó para hablar, encontrando su voz que estaba perdida en la emoción. Alzó la mano izquierda y se la ofreció a Levi. Habló emocionada, con la voz entrecortada por la emoción: