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Hanji y Levi estaban sentados en un banco de su vestuario en el estadio USTA Billie Jean National Tennis Center, donde se disputaba el Open de Estados Unidos.

Kenny estaba de pie frente a ellos con expresión concentrada, Hanji permanecía sentada recta, con una perfecta postura, mientras que Levi estaba sentado de forma mucho más relajada, mirando con ojos aburridos a su tío y con la barbilla apoyada en la mano. Por detrás tenía una mano metida por dentro de la camiseta de Hanii, y le hacía dulces caricias circulares con los dedos en su suave espalda.

Le daba verguenza admitirlo pero esos dedos le estaban enviando delicioso espasmos por su piel, que conseguían que su vagina se calentara poco a poco.

Siempre había sido extremadamente sensible a Levi. A sus toques, sus miradas, sus susurros, su cuerpo, sus caricias... antes de las primeras olimpiadas, tan solo verlo vestido de traje y que la mirara con esos pecadores ojos de plata, ya la humedecía.

Pero desde que se habían prometido lo era incluso más, y que él hubiera pasado a ser aún mas amoroso y romántico hacia que prácticamente lo deseara las 24 horas del día.

Sus menstruaciones habían pasado a ser seis largos días en que no podía hacer el amor con su prometido, era una tortura, solo besándolo y acariciándolo pero sin poder sentirlo dentro.

Ojala el tiempo entre ellas fuera más largo.

Sus pensamientos se vieron interrumpidos por la grave voz de Kenny:

- Os quiero a tope a los dos durante el torneo, se acabó vuestro mundo de flores, gatitos y bodas, que con todo esto de la organización me tenéis harto.

Levi alzó una de sus hermosas y perfectas cejas negras:

- Nosotros? Díselo a mi madre. Ella es quien no para de traernos catálogos para elegir flores, manteles, servilletas...

Hanji se acordó de algo:

- Oh amor! Cuando volvamos, después de mi sensión con Victoria's Secret, recuerda que tenemos la primera prueba para el catering.

Él la miró con ternura:

- Lo sé mi vida... no olvido nada referente a nuestra boda.

Hanji sintió como su corazón se estremecía en su pecho, su futuro marido era tan perfecto... lo miró a los ojos enamorada, disfrutando de la chispa de amor que veía en esos irises de plata.

Iba a ser la esposa de ese maravilloso hombre, la esposa de Levi Ackerman, aún le costaba asimilarlo a veces.

Kenny se dió una palmada contra la frente:

- Esto es precisamente lo que no quiero durante el torneo. Olvidad la boda. Centraos en el puñetero torneo joder.

Levi frunció el ceño enfadado:

- No puedo olvidar la boda.

Hanji asintió al lado de Levi, desde que habían empezado toda la organización sus vidas flotaban en un caos de escoger cosas para la misma.

Kuchel y Amalia se habían volcado como dos locas en el proyecto, casi que hablaban más con los wedding planners que Levi y Hanji.

Uno de los momentos más especiales para Hanji había sido cuando Donatella Versace envió a una de sus ayudantes personales a Barcelona, a la tienda de paseo de Gracia, para tomar las medidas de Hanji.

Se moría de ilusión por tener un vestido hecho para ella, y además por la misma Donatella Versace, que era una de sus diseñadoras favoritas. Le debía su vestido blanco de Australia, que seguía siendo uno de sus favoritos.

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