Soy Uchiha [ Naruto Fanfic]

S.T. [26]: ¡Edo Tensei!

Sus ojos no veían nada más que oscuridad.

Y cómo no, si los tenía tapados por las vendas que le pusieron. Estiró los dedos de las manos y pies, casi pega un grito de alegría al tener la movilidad real de su cuerpo, sonrió enormemente sintiendo una gran cantidad de chakra fluir constantemente por sus flujos de chakra sin sentirse inestable por el material de las cadenas.

Percibió el chakra relajado del guardia, lo que indicaba que estaba durmiendo y eso solo le daba un bonus para escapar. Enterró sus uñas fuertemente en sus palmas hasta sacar sangre, con una sola mano hizo los sellos y al instante apareció un lobo de mediana estatura.

— ¡¿Kanna-sama?! — el animal la veía absorto.

— No grites. — susurró y el lobo asintió entendiendo la situación. — Quitame la venda, por favor. — el animal acató la orden. Una vez que Kanna aclaró su vista activó su sharingan y recordando como lo hacía Hitomi, se tele-transportó de la silla a la cama usando el Hiraishin.

Suspiró, le dolía bastante la espalda, signo de que había estado sentada por mucho tiempo. Observó las esposas, sabía de que material estaban hechas y no podría deshacerse de ellas ni con el Hiraishin. 

— Gracias, puedes irte. — murmuró hacia la invocación, éste haciendo una reverencia desapareció. Su mente maquinaba alguna forma de quitarse esas molestias, hasta que un tintineo de llaves llegó a sus oídos. 

El guardia que dormía en frente de su celda, con la baba saliendo de su boca, poseía  alrededor de su cuello una cadena donde colgaban unas llaves. Kanna se puso de pie y caminó hasta los barrotes, colocando sus manos en dos de ellos y aplicando un poco de fuerza  los abrió dejando una gran abertura en medio que le permitiría salir.

Se acercó al hombre y jaló las llaves provocando que el ninja despierte pero no pudo ni pestañear cuando la Uchiha lo noqueó por la nuca. Pasaron unos cinco minutos hasta que logró dar con la llave correcta para abrir la cerradura de las esposas, al caer al suelo un sonoro estruendo resonó por el pasillo levantando polvo y dañando en grietas el piso.

Kanna aplicó ninjutsu en todas sus heridas, y sacó el lazo que alzaba su cabello en una coleta para dejarlo suelto tal como le gustaba. Observó sus piernas y aunque ese era su cuerpo, aún no se acostumbraba a ver sus huesos tan largos y sus músculos tan tonificados. Tampoco entendía como le habían crecido los pechos, en sus trece años eran miniaturas y ahora son enormes y redondos que hasta le cansaban cargarlos. Supuso que aquella sensación se le iría después.

Limpió un poco su ropa quitándole la suciedad y caminó por los pasillos para buscar la salida.

Inspiró fuertemente al sentir el aire fresco de una silenciosa Konoha, si no fuera por las linternas de algunas casas, la aldea sería una completa oscuridad.

— Que tranquilidad... — se llevó el dedo índice y medio hacia el mentón adoptando una postura pensativa.— Ah, ya lo recuerdo. La Cuarta Gran Guerra Ninja.— estiró los brazos y las piernas, movió el cuello de un lado a otro y se tronó los dedos.— Supongo que ya debería ir.