Touché

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Capítulo dedicado a MeraGJ Espero que te guste :3

—Ya puedo saborear la victoria —dijo Lionel pavoneándose mientras daba vueltas alrededor de la mesa

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—Ya puedo saborear la victoria —dijo Lionel pavoneándose mientras daba vueltas alrededor de la mesa. El muy maldito intentaba ponerme nerviosa y distraerme para que no metiese la última bola en el hoyo. Respiré hondo tratando de calmar los nervios, no estaba en mi plan del día perder así que pensaba acertar aunque el edificio se derrumbase encima mía.

—En tus sueños —contesté con cierta chulería dándome cuenta de que en ese momento mi contrincante dejó de andar alrededor sin el menor motivo y se detuvo atrás mía. Sentí un escalofrío recorrer toda mi columna vertebral en cuanto se inclinó sobre mí y decidió susurrar algo en mi oído.

—No, nena, en mi sueños solo estás tu —y como si sus palabras no me hubieran hecho temblar, dejó un rápido beso en la comisura de mis labios decidiendo que era el momento de dejarme jugar. Claro, después de eso no acierto ni aunque el hoyo fuera del tamaño de la mesa.

El ligero temblor de mi mano delataba mis nervios y sin darle muchas más vueltas ni tiempo a mi cuerpo para reaccionar ante las palabras de Lionel, golpee la bola mirando detenidamente si había conseguido ganarle. El mundo pareció ralentizarse, no existía nada a mi alrededor y entonces vi como la maldita bola negra rebotaba en uno de los bordes de la mesa sin siquiera acercarse al hoyo. Mierda.

—Eres un tramposo —gruñí dando golpecitos con el taco en el suelo haciéndolo esbozar una pequeña sonrisa. Al muy maldito le divertía esta situación.

—Solo utilizo mis cartas —me contestó de inmediato mientras que le ponía tiza a su taco. Encima se estaba mofando de mí. Ambos sabíamos que no iba a fallar el tiro y me ponía histérica que se tomase tanto tiempo para regodearse.

—Juegas sucio y ya está.

—Es que los juegos limpios no son tan divertidos.

— ¿Ya estás pensando con el pene?

—Deja de pensar tanto en mi pene, viciosa.

— ¿Puedes acabar ya con esta tortura? —le pedí con la más irónica de las sonrisas queriendo terminar con este estúpido juego. No me gustaba para nada perder y mucho menos saber que su premio era una carta blanca que podría usar en cualquier momento.

—Impaciente —dijo guiñándome el ojo justo antes de colocarse en posición y golpear aquella estúpida bola negra metiéndola en el hoyo. Obviamente, como ya ambos sabíamos que iba a pasar.

—Odio este juego —declaré convencida de no volver a jugar al billar en mi vida. Era un juego estúpido en el que una persona que no tiene puntería tiene todas las de perder.

Lionel dejó su taco sobre la mesa y se acercó de nuevo a mi para agarrar mi rostro con sus manos. Tenía una amplia sonrisa de victoria sobre sus labios y sus ojos tenían ese brillo tan especial que podía alumbrar este local el resto de su existencia.

Juegos salvajesWhere stories live. Discover now