Lionel es un chico cuyo pasado lleva tatuado en su piel. Literalmente.
Los errores de otros, más concretamente los de su padre, recaen en sus hombros, pero a pesar de ello sigue luchando por lo único que le queda: él mismo.
Nunca le ha prestado aten...
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El silencio de la habitación estaba acabando con mis nervios. Me sentía tan malditamente mal por Pablo, por decirle las palabras que le dije aunque fueran verdad que ni siquiera me atrevía a mirarle a los ojos. Como si fuéramos dos seres inertes aquí estábamos los dos, de pie sin siquiera atrevernos a mover un músculo como si eso fuese a arruinar aún más el momento.
—No puedo entender como es que has caído en sus garras —dijo Pablo de pronto sonando su voz casi como si estuviera rota. —Tú eres más lista que eso, sabes que no mereces a alguien como él que se meta en peleas, que sea un antipático, un completo imbécil. Sabes que vales mucho más que eso y aun así caes. Y ambos sabemos que no es la primera vez.
Nunca me había sentido tan juzgada con unas palabras pero me dolió más que se refiera así al que fue una vez su mejor amigo. ¿Estúpido verdad?
—Si no te importa no quiero hablar de este tema —hablé pensando que de esta forma dejaríamos de hablar de Lionel. La cabeza me daba vueltas, estaba comenzando el síntoma de la deshidratación por alcohol por lo que me estaba muriendo de sed y mis piernas luchaban por seguir sosteniéndome así que si no aligeraba esto acabaría de bruces contra el suelo.
—Claro que me importa —aseguró, —me importa que lo elijas a él antes que a mí.
—No quiero hablar de ello, Pablo.
Me imaginé que, con lo que conocía de él, respetaría eso pero nada más lejos de la realidad.
— ¿Y lo que yo quiero?, ¿A caso no importa? También tengo sentimientos, Cleo, soy una persona que siente y que le duelen las cosas aunque tu no quieras verlo porque así sea más fácil.
—Tu no sientes nada por mí, Pablo, simplemente te resulta divertido querer lo que otros tienen. Desde el principio fui un medio para llegar a herir a Lionel y no quiero ser partícipe de eso.
—Lo fuiste sí pero entonces te conocí. Conocí a la Cleo simpática, a la alegre, a la chica que come la asquerosa pizza con piña, la que se lanzó a besarme, te conocí a ti y me fui volviendo loco por ti.
—No puedes decirme que estás loco por mi y que fui un juego para ti en la misma frase. Para empezar porque que jugar con una persona es un hecho deplorable, mezquino y asqueroso y para terminar porque no te creo —dije con rabia al sentir la punzada en el pecho por saber que fui un juguete en sus manos. —Sé tu historia con todas las chicas que estuvo Lionel, sé lo de tus jugarretas, sé que lo estás haciendo por venganza a él por acostarse con tu hermana, lo sé todo.
—Créeme que no sabes nada —soltó con una sonrisa totalmente fingida en sus labios. —Yo al menos reconozco que fui un completo imbécil al utilizarte pero cuando Lionel acabe contigo ni siquiera recordará tu nombre y entonces no vengas corriendo a mi para que te ayude —finalizó.
