Juegos salvajes

La fiesta de bienvenida (parte 2)

Quedé con Pablo en que me viniera a buscar a las doce menos cuarto, ya que así iríamos caminando y podríamos charlar durante el paseo.

Ya eran las once y media y yo estaba completamente lista. Me senté en mi cama a esperar mientras que perdía mi vista en la nada tratando de que Lionel no me dirija la palabra.

Basta que lo nombre en mis pensamientos para que él abra la boca.

— ¿Te pasa algo? —preguntó sin apartar los ojos de la pantalla de su móvil por lo que deduje que no le importaba lo más mínimo.

— ¿Y a ti? —le devolví la pregunta haciendo que así bloquease su teléfono y lo dejase en la cama en la que se encontraba tumbado.

—He preguntado primero —dijo y de una forma lejana me recordó a un niño de tres años.

—Estoy esperando a que vengan a por mi —le respondí con sinceridad esperando que el tema no le importase realmente y que volviera de nuevo a lo que se que estuviera haciendo con su móvil.

—Interesante —habló estirando la palabra mientras que dibujaba una pequeña sonrisa —Ya me había preocupado que estuvieras mirando tanto a la nada, parecías una loca.

—Tu siempre tan amable —le dije con sarcasmo mientras que ponía los ojos en blanco.

—Claro que sino voy con cuidado te me lanzas encima y me devoras —su sonrisa coqueta junto a su tono de tonteo habitual lo delataron y super que el juego de volverme histérica comenzaba de nuevo.

—El mundo no gira a tu alrededor Lionel —hablé con pesadez tratando de hacerle entender que el no era el ombligo del mundo.

—Quizás el mundo no pero tu sigues aquí.

Ignoré completamente sus ultimas palabras y decidí que era el momento de entrar en el baño para huir de él, de sus miradas y de sus palabras. En cuanto entré respiré hondo casi como si la ausencia de Lionel me permitiera respirar con normalidad. Si me soy completamente sincera, cuando estoy con él siento el aire denso, cargado, pesado y me cuesta respirar. Que extraña que soy.