Aléjate de él

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Conseguí respirar en el momento en el que Pablo abrió los ojos, tan solo en ese instante el aire pareció inundar mis pulmones

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Conseguí respirar en el momento en el que Pablo abrió los ojos, tan solo en ese instante el aire pareció inundar mis pulmones. Inhalé con fuerza y sequé las lagrimas que parecían no querer detenerse, en ese momento sentí los ojos de Pablo en los míos.

—Hola boxeador —lo saludé tratando de sonar dulce — ¿Cómo estás? —No puede evitar preguntarle logrando una pequeña sonrisa de su parte.

—Hola, Cleo —me devolvió el saludo, entonces la que sonrió fui yo.

Durante la casi hora que permaneció desmayado logré limpiarle la sangre y aplicarle hielo en el rostro, consiguiendo que las peores marcas no lucieran tan mal. Sinceramente en cuanto lo vi tumbado y lleno de sangre, pensé que estaría bastante peor.

— ¿Está aquí? —preguntó y obviamente supe a quien se refería. Se levantó con cierta rapidez y miró a su alrededor, con expresión de terror en su rostro, en busca de Lionel, quien hacía un buen rato, soltó la amenaza y se fue.

—No, se ha ido.

—Creo que debería irme. No quiero que vuelva y me encuentre aquí.

—Entiendo —dije algo desilusionada por esta situación. No es que esperase un ''gracias por haber intercedido por mí'' o un ''gracias por haberme cuidado y no haberme dejado morir'' pero quizás algo más que un ''Creo que debería irme'' aunque sabía que era lo más sensato.

—Ya has visto como es, tienes que alejarte de él —volvió a insistir en lo mismo Pablo y por desgracia tenía toda la razón.

—Recuerda aplicarte hielo sino mañana no verás con ese ojo —le aconsejé señalando su ojo derecho, el cual tenía bastante mala pinta.

—¿Cómo sabes tanto de curar heridas? —preguntó aplazando por unos segundos su huida.

—Estudio medicina y tengo un padre militar —fue todo lo que le dije. Él por su parte asintió y dejándome un pequeño y rápido beso en la mejilla salió por la puerta de mi habitación sin siquiera decir adiós.

Cerrando la puerta tras de él, me apoyé en la misma y dejé que la gravedad actuase mientras me apoyaba ligeramente en ella y acababa sentada en el suelo con mi espalda pegada a ese trozo de madera.

¿Cómo habían podido descarrilarse tanto las cosas?

En cuestión menos de medio día, mi pelo era rojo, experimenté sensaciones increíbles con Lionel, ha habido una pelea en la que casi mata a Pablo, este último se desmayo y ahora los dos se han ido. Si tuviera un psicólogo y le contase esto, seguro que me derivaba al psiquiatra para que me mediquen por mis graves alucinaciones.

Aparté mi nueva y roja melena, la cual pensaba teñir cuanto antes, atándola en un moño despeinado y me tomé unos instantes para recuperarme completamente de la gran locura que se había creado, y de las emociones que se habían apoderado de mi en todos esos momentos.

Juegos salvajesWhere stories live. Discover now