Mi lugar favorito en el mundo

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Al llegar a mi cuarto lo único que me apetecía era simplemente echarme a la cama y que el resto desaparezca sin dejar el menor rastro

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Al llegar a mi cuarto lo único que me apetecía era simplemente echarme a la cama y que el resto desaparezca sin dejar el menor rastro. Pero ¿desde cuando mis deseos se veían cumplidos? Exacto, desde nunca.

Nada más atravesar la puerta me encontré con gotas de sangre por el suelo de toda la habitación. Seguí recorriendo el lugar con la mirada, deseando encontrarme con Lionel y su habitual cara de mal humor. Sin embargo no fue así. Tras avanzar unos pasos por la estancia, lo único suyo que vi fueron un par de toallas llenas de sangre sobre su cama y lo más sorprendente; su parte de la habitación fue completamente destrozada. Parecía que un huracán hubiera atravesado su estantería, su armario y todas las cosas que tenía colocadas sobre su escritorio. ¿Qué diablo está pasando? Primero el espejo roto y él sangrando y ahora me encuentro con que ha destruido todas sus cosas.

Por primera vez no era curiosidad lo que sentía hacia Lionel sino preocupación.

Saqué mi móvil dispuesta a llamarle y sonreí de forma amarga al darme cuenta de que ni siquiera tenía su número.

«—En la neverita —me recordó mi voz de la sabiduría. Es verdad, en cuanto vine a vivir aquí Lionel dejó su número junto a unos cuantos más para casos de emergencia y obviamente esto es una urgencia».

Anduve con paso acelerado hasta la pequeña neverita y me encontré una hoja agarrada con un imán y en ella aparecían varios números y entre ellos el de Lionel. Dejé salir el aire de mis pulmones al haberlo encontrado y no tardé ni dos segundos en marcar su teléfono, ahora solo quedaba esperar que respondiera. Mientas sonaban los tonos al otro lado de la línea, no pude evitar dar vueltas por todo el cuarto, tratando de que esas vueltas no se metieran en mi cerebro. Por la cantidad de sangre que había en esas toallas debía estar débil por lo menos ¿y si está desmayado en una calle sin el menor transito?, ¿Y si le ha pasado algo? Mi cabeza se estaba volviendo loca desde el momento que me acepté a mi misma el hecho de estar preocupada por él. Fue como si todos los sentimientos que llevaba reteniendo explotasen y arrollasen todo aquello que no importaba.

De nuevo le di al botón de la rellamada y los tonos se adueñaron del silencio de la habitación, cuando me quise dar cuenta había dejado hasta de respirar.

Unos cuantos intentos más y tiré el móvil frustrada de no obtener respuesta. ¿Qué se supone que haga ahora? No puedo salir a buscarle sin saber donde como si estuviera loca pero si no salgo y no hago nada me volveré loca y si le pasa algo no podré vivir con esa culpabilidad.

«—Respira, Cleo, todo se va a solucionar pero no te olvides de respirar —me recordé a mi misma inhalando profundamente».

Y en cuanto fui a exhalar, el ruido de la puerta al abrirse acaparó toda mi atención haciendo que se me olvidase lo que estaba haciendo. Por primera vez en todo este tiempo me alegré de que fuera Lionel quien atravesase ese enorme marco de madera.

— ¡Me tenías preocupada! —exclamé haciéndolo sobresaltar. —Deberías de haber dejado una nota o un post-it diciendo que ibas a salir.

—Claro, para la próxima también te diré a donde, con quien, sus números de teléfono, a que hora volveré y mi grupo sanguíneo, solo por si acaso —gruñó con sarcasmo haciéndome fruncir el ceño.

Juegos salvajesWhere stories live. Discover now