¡Que comience el juego!

4.9K 334 22
                                    


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


— ¿Quieres algo? —pregunté mientras que me quitaba uno de los cascos dispuesta a escuchar cual fuera su poco ingeniosa y seguramente intrascendente respuesta.

—Ver la película, ¿No es obvio?

—No creo haberte invitado —le contesté acorde a su tono de voz anterior tratando de que, siendo tan directa, entendiera que no era bienvenido y menos en mi cama.

—No creo que viviendo en la misma habitación tengas que invitarme. Además solo quería facilitarte la labor de pedirme que me acueste en tu cama, aunque he de reconocer que habría sonado muy bien en tus labios —una traviesa sonrisa apareció en sus labios y yo sinceramente no le veía la menor gracia.

— ¿De verdad te crees que esa es manera de conquistar a una mujer? Esas maneras de ''No tengo la menor gracia así que utilizo lo único que me queda; flipármelo y esperar que funcione'' no son efectivas —le gruñí harta de sus maneras de comportarse. Si quería hacerlo con otra no me importaba en absoluto pero conmigo no, no soy de esas mujeres que caen porque el chico parezca un ''badboy''.

— ¿Por qué te crees que trato de conquistarte? Tan solo vengo a ver lo que sea que estés mirando, estoy aburrido —me contestó logrando llevarse un gruñido de mi parte y un par de palabras de lo más desagradables por lo bajito las cuales negaré haber pronunciado nunca.

—Lo que sea —fue lo único que obtuvo de mi parte. Por alguna extraña e incomprensible razón seguía manteniendo su sonrisa en los labios, lo cual me irritaba más de lo que me gustaría reconocer, así que dándole de nuevo al play continué viendo la película tratando de ignorar completamente su presencia.

Su sonrisa se ensanchó más así que, sumando uno más uno, comprendí que lo que le hacía sonreír era irritarme y cuando más lo lograse más feliz sería. En ese momento tomé cartas en el asunto y me negué a cabrearme con él durante toda la tarde para no darle ese gusto.

Pude sentir como mi cama se movía ligeramente cuando Lionel comenzó a removerse en la cama buscando la posición idónea, y en cuanto la encontró sentí como me empujaba casi fuera de la cama para acomodarse del todo.

—Oye, que me vas a tirar —hablé esperando que sus acciones fueran sin mala intención pero me equivoqué en cuanto vi su reacción. El muy idiota estaba tratando picarme con sus comportamientos de niño pequeño pero como me prometí antes, no iba a lograrlo.

—No era mi intención —contestó mintiendo cual bellaco —Es que ocupas toda la cama ¿No has pensado ponerte a dieta? Creo que te vendría bien perder unos pocos kilos si quieres que pasemos tiempo en esta cama.

—A ti si que te vendría bien perder unas cuantas toneladas de ego.

—Ya bueno, vamos a ver la película venga.

Juegos salvajesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora