Ojos negros

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La noche anterior, en cuanto me acosté no pude evitar que la mente me jugara una mala pasada poniéndose a analizar cada detalle de lo ocurrido aquel desastroso día. ¿El resultado? Otra noche en vela a mis espaldas.

Pero eso no fue nada comparado con lo que me esperaba al día siguiente.

Nada más despertarme, tras lograr dormir un par de escasas horas, el primer pensamiento que atravesó mi mente fue que todo lo ocurrido ayer no era más que un sueño, una simple pesadilla sin menor importancia. Medio segundo después de pensarlo me di cuenta de que, por desgracia, todo aquello fue la pura realidad y que desear que no hubiera ocurrido, ese era el sueño.

Me estiré todo lo que pude, dejando que mi cansado cuerpo disfrute de los últimos segundos de paz que podía regalarle antes de ponerme en marcha este fatídico domingo. En cuanto mi espalda, junto a mis extremidades, volvieron a su posición natural, no pude evitar fijarme en la cama a mi izquierda, donde se encontraba mi compañero de cuarto durmiendo a pierna suelta. Ya es la segunda vez que le envidio su sueño profundo.

Un pie en el suelo, después el otro, y tras restregarme las manos por la cara decidí que era el momento de hacer algo de utilidad. Fui directa al baño para dejar que el agua mojando mi piel borre los recuerdos del ayer y empezar el día con otra mentalidad y energía.

No tardé más de veinte minutos en ducharme, lavarme el pelo y alistarme para poder salir a ir a tomarme un, más que merecido, café. Pero antes de ello mi vida se vio complicada por Andrés, el odiado enemigo que me visita cada mes.


«—Genial, lo que me faltaba ya —gruñí para mis adentros deseando que el mundo me tragase».



Tras una larga cola en a cafetería de al lado del campus, de miradas extrañas y persecutorias como en mi primer día de clase, en cuanto terminé de pagar el café, el destino decidió que no debía tomármelo ya que nada más girarme para poner rumbo a cualquier mesa libre, choqué con un cuerpo derramando hasta la última gota. Definitivamente no tenía que haberme levantado hoy.

—Lo siento muchísimo —me disculpé con la espalda de lo que parecía ser una chica, la cual giró hacia mí a cámara lenta con cara de asesina despiadada. Inconscientemente una pequeña risa se me escapó de los labios, quizás fuese por la incomodidad de la situación, por los nervios, por el cumulo de desastres o porque me estaba volviendo loca, ¿quién sabe?

—Lo que me faltaba ya... —susurró la chica cuya camiseta comenzaba a gotear café—. Si cuando digo que no debía levantarme de la cama lo digo en serio —prosiguió logrando que mi estúpida risa se esfumase de inmediato.

En cuanto me fijé en aquella chica me di cuenta de que me sonaba de algo, puede que fuéramos a la misma clase o puede que me lo esté imaginando. Era una muchacha de mi edad y estatura, morena, con una larga melena que llevaba recogida en una cola de caballo la cual le llegaba hasta la parte baja de la espalda. Su rostro era la viva imagen de la inocencia, llevaba puestas unas enormes gafas de pasta y lucía una mueca de cabreo que la hacía ver de lo más tierna.

Juegos salvajesWhere stories live. Discover now