Nadia

Todo bien.

No quiero ser muy pesada pero me gustaría saber

como llevas el tema de Pablo, me tiene un poco

preocupada.

Menos mal que no quiere ser pesada. Entiendo que solucionar el problema con Pablo sea un prioridad para ella pero ella ha de entender que yo también tengo una vida.


«—Que cruel suena eso —me regañé mentalmente dándome cuenta de que así era. Hasta hace poco más de un mes ni siquiera hubiera pensado en mi como una prioridad, siempre lo primero era el resto del mundo y ahora parece ser que esa idea había dado la vuelta completamente. Aunque quizás sea una respuesta automática por mi mal humor.


Yo

No he podido hablar con él aun pero te prometo que,

en cuanto tenga una oportunidad, lo haré.

Escribí prometiéndome a mi misma hacerlo y una de las facetas que más me gustan de mi personalidad es que nunca rompo una promesa. Por un instante me imaginé hablando con Pablo, cuales eran las cosas que le diría, como actuaría con él y juro que no tenía ni idea de cómo hacerlo. Gracias a otro mensaje no tuve que darle más vueltas al tema.


Nadia

¿Qué te parece una fiesta?

Esta noche todos iremos a una fiesta y él estará.

Podrías venir con nosotros, pasar un rato y si surge

hablar del tema.

Sopesé mis opciones en cuanto terminé de leer: pasar un sábado en mi habitación, teniendo que encontrarme con Lionel que no me habla y dándole vueltas a nuestra discusión o pasar el sábado en una fiesta, con música, alcohol y sin tener que quemarme el cerebro de tanto analizar la situación.


Yo

¿Dónde y a qué hora?

Sí, como era lógico me decanté por la segunda opción.


(...)


Supe que esta fiesta iba a ser un desmadre desde el momento en el que atravesé la puerta. El olor tan sumamente particular de alcohol, tabaco y marihuana pareció estrellarse en mi cara al entrar pero gracia a ello supe que iba a olvidarme de todo por un rato. Avancé por el pasillo encontrándome, como siempre, cada rincón ocupado con gente besándose y manoseándose sin vergüenza ninguna, aunque tampoco podía hablar de vergüenza tras lo que pasó en la cafetería.


«—Como nombres a Lionel prometo darte migrañas —me amenazó mi propio cerebro. Entonces me impuse la norma de no nombrar a Lionel en toda la noche. Bueno, a partir de ese momento que lo había nombrado dos veces».


Cuando llegué a lo que parecía ser una barra montada en medio del salón reconocí a Nadia y por eso me dirigí hacia ella. En cuanto nuestros ojos se encontraron esbozó una pequeña sonrisa y alzó la mano para saludarme.

Juegos salvajesWhere stories live. Discover now