Capítulo 27

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DANTE

— ¿Está hecho? — pregunto presionando el teléfono móvil contra mi oreja mientras me acomodo en el asiento del avión.

A mi alrededor se escucha el bullicio del resto de pasajeros que ocupan sus asientos e incluso algunos de ellos comienzan a abrochar sus cinturones de seguridad, temerosos de un vuelo que ni siquiera ha comenzado.

— Todavía no — responde el hombre al otro lado de la línea e inmediatamente me tenso. Cuando doy una orden me gusta que el trabajo se haga de forma rápida y precisa. Sin embargo, mantengo mi expresión calmada y finjo que cualquiera que haya sido el problema no es de gran importancia, así que aguardo pacientemente a que me explique sus razones —. Ha habido un pequeño retraso, pero extrañamente nos ha facilitado las cosas.

Mis dedos se deslizan sobre el borde de mi americana de color oscuro recolocándola para que no queden huecos abiertos y, al escuchar sus palabras, mis dedos se detienen y mi ceño se frunce.

— Explícate —le pido, pues siento curiosidad por saber la razón por la que su tono de voz parece sonar tan confuso.

Casi puedo imaginar los restos de cigarrillos y la ceniza humeante sobre el suelo alrededor de sus pies.

— Me pediste que después de entrar en contacto con Nina Haze me ocupase del motel de carretera. "Destruye las pistas. Borra el rastro" dijiste — él imita mis palabras adquiriendo un tono serio y las comisuras de mis labios se elevan ligeramente. No hay muchas personas de las que trabajan para mí que se atreverían a hablarme de forma tan descuidada. En cualquier otro, trataría de corregirlo. Sin embargo, siendo él, lo dejo pasar —. Y ahora, de repente, el edificio está en venta.

— ¿En venta? — repito con cierto grado de interés —. Eso es... realmente conveniente. Cómpralo.

Se produce una larga pausa al otro lado de la línea. Entonces, escucho el característico sonido de un encendedor y el sutil ondeo de una llama. Él aspira y, después, suelta el aire de forma lenta.

— ¿Qué lo compre? — habla finalmente elevando el tono de su voz —. ¿Con qué dinero? Te recuerdo que le di todo lo que tenía a esa chica.

Elevo una ceja mientras mi sonrisa se agranda.

— ¿Desde cuándo ese ha sido un problema para ti? Tienes acceso a todo mi dinero. Cógelo.

— ¿No temes que pueda vaciar tus cuentas y dejarte sin nada? —me provoca.

Él siempre está tratando de hacerme perder la paciencia y, sin embargo, sus intentos sólo me hacen reír.

— Hazlo — le reto.

Nah — responde como si nada —. Valoro mi vida, gracias.

Río con diversión y el fuerte sonido de mis carcajadas llama la atención de una azafata que camina por el estrecho pasillo del avión en mi dirección. Se detiene junto a mí y con una amable sonrisa dice:

— Lo siento, señor, pero despegaremos en cinco minutos. Tiene que apagar el teléfono.

Coloco mi mano sobre el auricular del móvil mientras le respondo.

— Por supuesto —asiento imitando su tono cortés e inmediatamente sus mejillas se tiñen adquiriendo un ligero matiz rojizo —. Termino la llamada en un segundo. Gracias, señorita.

Sonrío amablemente y ella se ruboriza todavía más para, después, apartar la mirada rápidamente y seguir su camino hasta el final del avión. Soy consciente de que mi aspecto suele resultar atractivo para los demás. Aun así, no suelo valerme de ello para conseguir lo que quiero.

El deseo del ave enjaulada © #3Kde žijí příběhy. Začni objevovat