Capítulo 16

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— Aunque, bueno, supongo que compartir una pequeña fracción de ADN no nos convierte obligatoriamente en familia — comenta Nhor encogiéndose de hombros de forma despreocupada.

La ira que corroe a Matías no deja de aumentar tras las palabras de Nhor.

— Yo te he creado — exclama alzando su voz mientras da un paso hacia delante. El bastón se mueve primero siendo seguido, poco después, por sus torpes pies —. Te he criado.

La mirada de Nhor se endurece. Sus ojos adquieren un brillo inquietante creando la ilusión óptica de pequeñas olas que sacuden ambos ríos de plata.

Parpadeo y ella ya no está donde antes se mantenía parada. En tan sólo unas milésimas de segundo, Nhor ha acortado el espacio que la separaba de su padre. Sus cabellos blanquecinos ondean por el rápido movimiento y después vuelven a sacudirse cuando su cuerpo se mueve de forma inesperada. Ella gira y con su pie descalzo golpea el bastón, lanzándolo lejos, y después el tobillo de Matías que, incapaz de mantener el equilibrio, se desploma sobre el suelo.

Jadeo, sorprendida, y de forma inconsciente me presiono más estrechamente contra el costado de Ryker quién no duda en afianzar su agarre a mi alrededor. El intenso calor que desprende me envuelve como una manta reconfortante.

Antes incluso de que Matías procese lo que ha pasado, Nhor coloca su pie contra la garganta de su padre y presiona con fuerza. Inmediatamente, los brazos de Matías se elevan para intentar apartar el peso que comprime su garganta, pero sus esfuerzos son inútiles pues sería como si una pequeña mosca intentase mover un bloque de cemento.

— ¿Qué tú me has criado? —pregunta ella con notable ironía y su gélido tono hace bajar la temperatura de la habitación —. No me hagas reír, Matías — escupe mientras continúa comprimiendo la tráquea del hombre que lucha por respirar. Su boca está abierta mientras que a través de ella emite sonidos inentendibles. Sus ojos rasgados, inyectados en sangre, parecen querer salirse de sus órbitas —. Crear y entrenar un arma para que actúe como tu soldado leal y obediente, no es lo mismo que criar a un hijo —los dedos de Matías se envuelven alrededor del pie de Nhor con errática desesperación y con sus labios trata de vocalizar palabras. Lejos de permitirle hablar, Nhor niega con un simple gesto de su cabeza —. No te molestes, Matías. No necesito escucharlo o, ¿acaso has olvidado la razón? Tú me lo enseñarte, ¿recuerdas? Eres débil. Siempre lo has sido.

Mi corazón late fuertemente en el interior de mi pecho mientras observo la desgarradora escena. Una parte de mí quiere intervenir y hacer que se detengan, mientras que otra se opone con fuerza recordándome que mi hermano no estaría muerto de no ser por Matías.

De repente, un sonido lejano alcanza mis oídos. Cuantas otras veces habré escuchado el estruendo inconfundible de los portazos en este lugar. Después, capto los numerosos pasos que se apresuran en nuestra dirección.

— Refuerzos —susurro y mis ojos viajan a Ryker, quien también parece haberse percatado de la amenaza que se nos viene encima.

— Tenemos que salir de aquí — asiente él —. Ahora.

Su espalda se endereza y sus dedos agarran fuertemente mi cintura mientras recoloca mi brazo por detrás de su cuello para asegurarse de que no me caiga. Entonces, trata de ponerse en movimiento, pero lo detengo.

— Espera — mis ojos azulados enfrentan su mirada ambarina —. ¿Qué hay de Nhor?

Reconozco que previamente tenía mis dudas en cuanto a liberarla. Sin embargo, después de conocer su historia y a pesar de haber sido testigo de la muerte de un niño a sus manos, mi conciencia me impide irme de aquí sin ella.

El deseo del ave enjaulada © #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora