Capítulo 18

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Hay una puerta al fondo del pasillo en el que nos encontramos que parece diferente al resto. Ryker y yo nos impulsamos hacia ella y cuando la abrimos somos golpeados por un brillo deslumbrante y una intensa ráfaga de frío. Abruptamente, nos detenemos para proteger nuestros ojos del resplandor. Parpadeo varias veces hasta que mi visión consigue acostumbrarse y, cuando hago descender mi mano, contengo la respiración.

Hemos alcanzado el exterior y el cielo azul, despejado de cualquier nube, se extiende sobre nuestras cabezas.

El pecho de Ryker se hincha al inspirar profundamente el aire fresco del ambiente. Sus hombros se mueven con la simple acción y mis ojos no pueden evitar seguir el desplazamiento de la musculatura de su espalda. Inmediatamente, el calor inunda mi rostro y el rubor tiñe mis mejillas. Agito la cabeza tratando de deshacerme de unos fugaces e inapropiados pensamientos que aparecen en mi mente.

Ryker, ajeno a mi vergüenza, da un paso hacia delante para salir completamente al exterior. Cuando escucho el crujido de la tierra bajo mis pies, me congelo por unos segundos pues mi mente es asolada por una cadena interminable de recuerdos.

Mi hermano y yo corremos por el terreno arenoso. Entonces, se escuchan un traqueteo... "¡Nina!", grita él. Mi hermano gira envolviéndome con su cuerpo y, después, nos desplomamos sobre el suelo.

Sangre... la sangre caliente cubre mis manos.

Vuelvo a la realidad y tiro con fuerza de la mano de Ryker, que afianza la mía, obligándole a retroceder y ambos volvemos al interior del pasillo.

— ¿Qué haces? — pregunta él ciertamente sorprendido —. Casi lo hemos conseguido. Sólo tenemos que...

— No —niego interrumpiéndolo con la mirada todavía perdida en la distancia. Entonces, parpadeo y centro mi visión en él. Ryker frunce el ceño en confusión —. Moriremos si damos un paso más.

Tal y como lo hizo mi hermano.

— ¿Qué quieres decir? —pregunta.

El frío penetra a través de la puerta abierta frente a nosotros causando que el pelo en sus antebrazos se erice. Pronto mis dientes comienzan a castañetear pues la temperatura es increíblemente baja.

— Hay sensores escondidos bajo tierra —le explico. En apariencia el terreno al otro lado de la puerta parece un simple suelo cubierto de tierra, pero bajo éste se esconden dispositivos capaces de detectar el movimiento —. Nos dispararán inmediatamente después de que sean activados.

Varios metros más allá se encuentra el lugar exacto en el que vi el cuerpo de mi hermano por última vez. Ahora es un hueco vacío donde no hay nada salvo la tierra que en aquel entonces se cubrió de sangre. El recuerdo hace que mi corazón se retuerza dolorosamente y que el vacío que siento a su alrededor se incremente. Es como si una losa pesada tratase de hacerme caer para después no poder volver a levantarme.

La mirada de Ryker se oscurece al observar como mi rostro se torna pálido. Sus ojos amarillos adquieren un color tostado, casi como si quisiesen volverse marrones. Entonces, siento sus dedos sobre mi rostro y mi cuerpo da un pequeño respingo por la sorpresa de su inesperado toque.

— Respira —dice él en tono bajo y su dedo pulgar acaricia la pálida piel de mi mejilla —. Has vuelto a olvidar hacerlo.

Avergonzada, de nuevo, me percato de que tiene razón y de que de forma inconsciente estaba conteniendo la respiración. Mis pulmones vuelven a ponerse en funcionamiento y el aire sale lentamente a través de la pequeña separación entre mis labios.

Ryker da un pequeño asentimiento, satisfecho.

— Conmovedor — se escucha una nueva voz a nuestra espalda. Sobresaltados por la inapreciable llegada de Nhor, ambos nos giramos de forma brusca. La mano de Ryker cae, aunque el calor que sus dedos desprendían permanece sobre mi piel acompañado de un suave hormigueo. Nhor mantiene una expresión aburrida mientras observa nuestra cercanía. Consciente también de ello retrocedo varios pasos y desenlazo nuestras manos —. ¿Por qué os habéis detenido?

El deseo del ave enjaulada © #3Where stories live. Discover now