Capítulo 26

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Como si su pregunta desencadenase un acto reflejo en mi cuerpo, mi pie se mueve de forma involuntaria presionando hasta el fondo el pedal del freno. El coche da un brusco bote arrastrando nuestros cuerpos hacia delante mientras los neumáticos derrapan sobre el asfalto hasta que finalmente nos detenemos.

— ¡No! — estallo con voz más elevada de lo pretendía en un principio al mismo tiempo que me giro en el asiento para poder enfrentar a Nhor —. ¿Vale? No. ¡No!

Mis hombros suben y bajan de forma rápida debido a mi acelerada respiración y el calor asciende por mi rostro coloreando mis mejillas de una intensa tonalidad rojiza.

¡Lo sabía! Sabía que el hecho de que Nhor hubiese dejado pasar el estrecho contacto entre Ryker y yo en el aparcamiento, no era casualidad. Debí haber imaginado que simplemente estaba guardando sus comentarios para más tarde.

— Hemos dormido juntos — comenta Ryker de repente.

La mortificación inunda la expresión de mi rostro mientras Ryker permanece serio, sin darse cuenta de la enormidad de sus palabras. Para Ryker el significado literal de la palabra "acostarse" es echarse a dormir y, aunque técnicamente, eso es lo que hemos hecho, no es a lo que Nhor se refería. Entonces, ella comienza a reír con fuerza, tras lo que se desliza hacia delante para poder aproximarse y quedar acomodada en el hueco entre nuestros asientos.

— ¿De verdad? — le pregunta directamente a Ryker —¿Y qué otras cosas habéis hecho?

Arrastrados por la fuerza de la inercia, los ojos ambarinos de Ryker caen durante una milésima de segundo sobre mis rosados labios y, a pesar de que rápidamente desvía su mirada, Nhor se percata del pequeño detalle. Una traviesa sonrisa se extiende por su rostro.

— Oh, ya veo... —asiente ella. Entonces, su atención recae sobre mí de nuevo y me tenso —. Aunque déjame decirte, Nina, que creo que os estáis moviendo demasiado lento.

Mis ojos se amplían al escuchar sus palabras. ¿Cómo se atreve a opinar algo así sobre una relación que Ryker y yo ni siquiera tenemos?

— Cállate — escupo repentinamente las palabras mientras mis manos se tornan en puños apretados.

Clavo mis ojos en ella mientras siento la furia atravesar mi cuerpo como si fuese una tempestad. La paciencia siempre ha sido una de mis virtudes, pero todo en esta vida tiene un límite y estoy harta de aguantar la falta de sentido común de Nhor.

La sonrisa de diversión de Nhor se desvanece lentamente hasta que sus labios forman una línea recta y su rostro se vacía de toda expresión. La frialdad en su mirada es tal que mi corazón comienza a latir con fuerza en el interior de mi pecho.

— ¿Acabas de decirme que me calle? —habla ella y un escalofrío me recorre —. ¿Por qué, Nina? ¿Temes que pueda decir algunas verdades?

Frunzo el ceño, confusa, mientras los latidos de mi corazón ascienden resonando en la base de mis oídos.

— ¿De qué estás hablando?

Nhor se desliza hacia atrás y apoya su espalda contra el respaldo del asiento trasero. Se acomoda cruzando sus piernas mientras me observa con su barbilla ligeramente inclinada hacia arriba.

— Es obvio que te gusta el perrito, Nina —comienza y la tensión se extiendo por mis brazos y piernas como las aguas de la marea —. Te mueres por besarlo, tocarlo... lamerlo —con esa última palabra su lengua sale para humedecer su labio inferior mientras sus fríos ojos plateados atraviesan mi alma —. Y, sin embargo, no lo haces. ¿Sabes por qué, Nina? —a pesar de que no contesto a su pregunta, ella continúa hablando como si lo hubiese hecho mientras yo trato de controlar mi respiración que comienza a agitarse —. Te restringes a ti misma porque crees que no deberías estar haciendo algo que deseas, cuando tu pobre hermano murió hace ya casi un año — su acusación se clava en mi pecho como si de un puñal se tratase. Rasga a través de mis músculos y corta en profundidad mi agraviado corazón.

El deseo del ave enjaulada © #3Where stories live. Discover now