Capítulo 7

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Tengo frío. Tanto... tanto frío.

Camino como si fuese un ente sin alma, con mis pies descalzos que apenas se levantan del suelo, hasta que alcanzo la esquina formada por la pared de hormigón y el grueso cristal de mi celda. Encajo mi hombro contra ella y me deslizo lentamente hasta alcanzar el suelo, donde me siento abrazando mis piernas flexionadas contra mi pecho. Mi cabeza cae hacia un lado golpeando el cristal como si no pudiese mantenerla erguida.

El tiempo se sucede de forma efímera. Los segundos parecen minutos y éstos, a su vez, transcurren como si fuesen horas.

Creo escuchar una voz que me llama. Una voz, grave y baja, que pronuncia mi nombre y que se transmite como una suave vibración por el ambiente. Sin embargo, mi mente no puede concentrarse en otra cosa que no sea la intensa sensación de frío que consume mi cuerpo. Es como si millones de pequeños alfileres se clavasen de forma insidiosa en las yemas de mis dedos, la piel de mis brazos y piernas... en cada parte de mi ser.

El aliento se me escapa de forma discontinúa, como si no fuese capaz de salir de una sola vez. Golpea la superficie del cristal, pero no se empaña como normalmente lo haría, sino que permanece impertérrito ante éste.

Cierro los ojos con fuerza mientras mi cuerpo comienza a temblar. Con mis manos convertidas en inestables puños agarro la tela de mis pantalones con desesperación tratando de convertirme en un apretado ovillo. Un esfuerzo que acaba resultando inútil.

Esta situación comenzó hace un par de días. Al principio pensé que el sistema de ventilación debía haberse dañado. ¿Qué otra cosa podría tener sentido? Una corriente de aire frío debía estar deslizándose por debajo de alguna rendija provocando un cambio brusco en el ambiente, ya que de otra forma un Cambiaformas no sentiría tanto frío debido a que nuestro metabolismo, algo más acelerado, provoca que nuestra temperatura corporal sea más alta de lo normal. Sin embargo, esa teoría desaparece cuando me percato de que ni Nhor ni Ryker parecen darse cuenta de ello.

Entonces, ¿por qué soy la única que parece estar convirtiéndose en un cubito de hielo? ¿qué es lo que está mal?

¿Nina?

Abro los ojos pues, está vez, escucho más claramente esa voz que me llama y que antes había confundido con un suave murmullo de mi afectada imaginación. Mi cabeza, todavía apoyada contra el cristal, se desliza hacia un lado arrastrada por el sonido.

Nina —es Ryker quien me llama. Sus ojos ambarinos me observan con visible confusión desde el otro lado de su propio cristal —. ¿Qué te ocurre?

Mis labios se separan ligeramente para responder a su pregunta, pero el aire de mis pulmones asciende por mi tráquea dejando a su paso una fría estela que detiene mis palabras para, en su lugar, emitir un gemido lastimero.

¿Nina? Ryker flexiona sus rodillas para intentar quedar a mi altura, pero incluso así su enorme tamaño le obliga a mirar hacia abajo.

— No consigo... —mis dientes castañetean —... entrar en calor.

El esfuerzo que me lleva pronunciar esa simple frase me deja sin aliento. Mi pecho se mueve de forma acelerada, pero cada uno de sus movimientos termina provocando una punzada de dolor que atraviesa mi columna vertebral. Gimo de nuevo.

El rostro de Ryker se contorsiona como si no soportase el sufrido sonido que se desliza fuera de mis labios.

— Estás pálida —murmura mientras sus ojos recorren mi rostro.

Tomo una gran inspiración tratando de ralentizar los movimientos de mi pecho para disminuir el dolor de sus punzadas, pero al soltar el aire lentamente siento como si me ahogase. Como si el oxígeno abandonase por completo mi cuerpo con esa única espiración prolongada. La sensación de frío se intensifica y el temblor que me recorre se vuelve más pronunciado.

El deseo del ave enjaulada © #3حيث تعيش القصص. اكتشف الآن