Capítulo 24

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¿Por qué no puedo dejar de avergonzarme a mí misma? Es como si tuviese facilidad para ello. Tan sólo una palabra equivocada o una acción improvisada son suficientes para encender el rubor en mis mejillas. El calor asciende por mi pecho hasta que pronto me consume completamente.

El sonido de la exuberante risa de Nhor no hace más que empeorar los síntomas de mi vergüenza. Ella rodea su vientre con ambas manos y se inclina hacia delante mientras se troncha de risa tras el mostrador de la recepción. El movimiento hace que su cabello blanco, recogido en una larga coleta en la parte posterior de su cabeza, se deslice por delante de su hombro. Su diversión poco a poco se va desvaneciendo hasta que finalmente se reposiciona sobre la silla.

Me remuevo incómoda en mi sitio.

— Debería haber grabado la expresión en tu cara — comenta ella apartando su cabello de nuevo hacia atrás e indicándole al chico, con un simple gesto de su mano, que continúe con el masaje. Él sonríe como si fuese lo que más desea hacer en este mundo y posiciona sus manos sobre la espalda de Nhor para empezar donde previamente lo había dejado —. No conocía tu faceta pervertida, Nina — se regodea.

Elevo mis manos y coloco las palmas, ligeramente frías, contra la piel de mis mejillas tratando de descender la elevada temperatura de mi vergüenza.

— ¿Podemos, por favor, hacer como si esto nunca hubiese ocurrido? —le imploro después de bajar mis manos sin haber conseguido que el calor que asola mi rostro disminuya en lo más mínimo.

— Claro... —responde ella demasiado rápido e inmediatamente me tenso. La expresión en su rostro es calculadora mientras cruza las piernas y hace una pequeña burbuja con el chicle, que no me había dado cuenta de que estaba masticando. En mi mente sueño con la posibilidad de que se lo trague y se ahogue con él, pero entonces recuerdo que Nhor es una serpiente y que este tipo de animales no se atragantarían, incluso comiéndose a otro ser vivo... Maldita sea —... olvidémoslo por ahora.

Sé que este momento volverá en el futuro para morderme el trasero.

Sus ojos rasgados, de una tonalidad grisácea increíblemente clara, brillan con diversión al ver la inquietud que me provoca su declaración. Las gafas de sol que los mantenían ocultos descansan sobre el mostrador frente a ella y me pregunto si el chico que masajea sus hombros no se habrá extrañado por su coloración inhumana.

Nhor, deberíamos marcharnos —cambio de tema tratando de volver a la razón original por la que había venido a buscarla.

Una de sus finas cejas blanquecinas se eleva con escepticismo.

— ¿Tenemos incluso un lugar al que ir o vamos a seguir dando tumbos sin dirección fija? —pregunta ella.

Su mano se eleva para coger el chicle que posiciona entre sus labios. Después, lo pega debajo del mostrador de cristal y, con voz increíblemente dulce, le pregunta al chico que masajea sus hombros si le importa. Inconscientemente doy un paso atrás al escuchar el poder de la sugestión en su voz. Él chico, de grandes ojos marrones, niega con la cabeza y esboza una pequeña sonrisa en su dirección.

— Sí, la tenemos —respondo y, tras tomar una profunda inspiración, me aproximo para mostrarle el mapa que aparece en la pantalla del pequeño dispositivo geolocalizador —. Mi hermano pequeño se encuentra en ese lugar.

Los ojos de Nhor descienden y observa la pantalla. Su ceño se frunce.

— Según esta cosa tardaremos días en llegar — comenta alzando su mirada y, después, me lanza el pequeño aparato. Mis manos se disparan con desesperación para atraparlo con miedo a que pueda caer al suelo y romperse, perdiendo así lo único que puede conducirme a mi hermano. Mi corazón late con fuerza cuando por fin lo tengo de vuelta en mi poder y sin ningún rasguño —. Y, ¿de dónde la has sacado?

El deseo del ave enjaulada © #3حيث تعيش القصص. اكتشف الآن