Capítulo 19

36.3K 5.1K 1.4K
                                    

Afortunadamente, la ventisca no duró demasiado. Los copos de nieve se agolpaban en el parabrisas dificultando enormemente la visibilidad, pero aun así conseguí hacerme camino entre la tormenta. A mi lado, Ryker permanecía tenso cada vez que un obstáculo aparecía de forma repentina en el camino del gran todoterreno y suspiraba con alivió cuando lo sorteaba con éxito. En el asiento trasero, Nhor continuaba durmiendo tranquilamente con su expresión tranquila e imperturbable.

No sé cuántas horas han pasado hasta que finalmente, después de llevar una gran cantidad de tiempo conduciendo por carreteras desconocidas, vislumbro una gran edificación en la distancia. Me dirijo hacia allí sin saber qué otra cosa hacer.

Aparco y observo, sorprendida, lo que parecen ser unos grandes almacenes. La vibración y el sonido del motor se silencian. Inmediatamente después, me inclino hacia la guantera, aquel compartimento en el que las llaves estaban escondidas. Lo abro y rebusco en su interior.

Antes cuando estaba buscando las llaves creí ver algo... un pequeño sobre grueso. Ahora lo busco con desesperación. Mis dedos dan toques en el interior del oscuro compartimento hasta que finalmente se cierran alrededor del sobre. Mi pecho se hincha con emoción y lo extraigo. Los movimientos de mis manos son apresurados mientras despego la fina solapa y lo abro. Sonrío ampliamente cuando veo la enorme cantidad de billetes en su interior.

Al fin, la suerte brilla sobre nosotros.

Arrastrada por la emoción no lo pienso mucho cuando me dispongo a abrir la puerta del todoterreno para poder salir. Sin embargo, mi mano ni siquiera llega a alcanzarla pues unos grandes dedos se cierran a su alrededor impidiéndomelo. Me congelo y elevo la mirada. Entonces, me encuentro con unos ojos amarillos e interrogantes.

— ¿A dónde vas? —pregunta Ryker, confuso por mi repentino deseo de abandonar el vehículo.

La calidez de sus dedos alrededor de mi muñeca nubla mi mente por unos segundos mientras mi otra mano afianza el sobre lleno de dinero contra mi pecho.

— Necesitamos comida y... —observo el estado destrozado y cubierto de sangre de su vestimenta —... ropa.

— Iré contigo —responde él inmediatamente.

Mis ojos se amplían.

— ¡No puedes! —exclamo y su ceño se frunce.

— ¿Por qué no?

Suspiro.

— Eres un hombre grande y fuerte —murmuro —. Si tu aspecto ya resulta bastante temible de por sí, no me quiero ni imaginar lo que ocurriría si la gente te viese cubierto de sangre.

Mis ojos recorren el lateral de su rostro teñido de color rojo por la sangre que antes brotaba de la brecha en la parte superior de su frente. Después, le doy una breve mirada a la mujer que duerme en el asiento trasero. Su aspecto no es mucho mejor. Su camisón también está manchado en algunas zonas. Además, su cabello blanco y sus ojos plateados destacan demasiado.

De los tres, yo soy la que más se asemeja a un simple humano.

Ryker sigue la dirección de mi mirada y acaba asintiendo en compresión.

— Quédate en el coche y vigílala —le advierto refiriéndome a Nhor —. Volveré pronto.

Finalmente, me bajo del todoterreno y me apresuro al interior de los grandes almacenes pues fuera el frío es demasiado intenso. Algunas personas me lanzan miradas curiosas dado que mis ropas blancas les resultan algo extrañas. Sin embargo, nadie me detiene o me pregunta nada y, así, me dispongo a comprar lo que necesitamos.

El deseo del ave enjaulada © #3Where stories live. Discover now