Capítulo 21

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Jamás había tenido un lobo frente a mis ojos. Su caracterización en películas, series o novelas no podría hacer justicia a la impresionante imagen que se presenta frente a mí. Su tamaño, inusualmente grande, hace que mi corazón se salte un latido. A trompicones continúa bombeando la sangre mientras recorro con la mirada sus gruesas y pesadas patas que acaban en unas afiladas garras con las que fácilmente podría crear un profundo surco en el cemento oculto bajo la moqueta. Su pelaje marronáceo, cuyo color parece tostarse en las puntas, contrasta enormemente con la brillante tonalidad de sus ojos amarillos.

Este es Ryker en forma de lobo y mi mente sólo es capaz de generar un pensamiento: Hermoso.

La impresión es rápidamente sustituida por el terror cuando, con una lentitud acechante, comienza a avanzar en mi dirección. La moqueta, que refleja la luz rosada de los neones en el exterior del motel, amortigua ligeramente el sonido de su peligroso andar, pero aun así soy perfectamente capaz de escuchar el mecanismo coordinado de la musculatura de su lomo.

Mi pecho se agita con cada respiración pues en el preciso momento en el que nuestras miradas se encuentran, me percato de la voracidad en su expresión. Sus fauces se abren lanzando un bajo gruñido que hiela mi sangre. Todo mi cuerpo se paraliza contra la pared de la habitación, incluso mi respiración se detiene. Sin embargo, mi corazón parece perder el control y sus latidos son tan acelerados que casi siento dolor con cada uno de ellos.

Sus fosas nasales, en un hocico negro como la noche, se amplían dejando salir el aire de sus pulmones con brusquedad.

¿Ryker? —mi voz es un susurro débil y asustado.

Su avance se detiene y trago saliva. Entonces, el enorme lobo pardo de ojos ambarinos comienza a gruñir más fuerte. Sus fauces se retraen mostrando unos afilados dientes blancos.

Él no me reconoce.

Puedo decirlo por el vacío penetrante que se vislumbra en sus ojos.

Ryker... —lo intento de nuevo tratando de conferir algo de fuerza a mis palabras —. Soy yo, Nina.

Su cabeza se agita bruscamente como si mi voz lo molestase y reanuda su avance. El miedo me paraliza. Es como si, a pesar de estar viendo a la gran bestia que se aproxima en mi dirección, no pudiese reaccionar ante ello. Mi mente se bloquea y mis pensamientos se desvanecen.

Pero, entonces, una pequeña parte del instinto de supervivencia vuelve a la superficie y comienzo a gritar. Pronuncio el nombre de Nhor pidiéndole ayuda.

Lo que yo no sabía en ese momento es que, al otro lado de la fina pared, Nhor descansaba tumbada sobre la cama con el televisor encendido y que, al oír mi llamada de auxilio, en lugar de levantarse para ayudarme, ella alcanza el control remoto de la televisión y le sube el volumen silenciando así mis gritos.

Finalmente, me doy cuenta de que Nhor no va a venir a ayudarme y mi voz se apaga. Mis ojos se llenan de lágrimas al ver a Ryker, de nuevo en su forma original, con la mente perdida y sin la capacidad de reconocerme.

Matías jugó demasiado con su cerebro y ésta es la terrible secuela que sus experimentos han generado.

Repentinamente, como si mi cuerpo se rindiese ante el gran depredador, pierde su fuerza y mis rodillas se flexionan. Con lentitud, me deslizo hasta el suelo y desde mi posición sentada observo al temible lobo.

Ryker — pronuncio su nombre con la voz ahogada pues las lágrimas comienzan a caer. Él está tan cerca que siento las olas de intenso calor que de su cuerpo emanan, su aliento en mi rostro y la intensidad de su hambrienta mirada que se clava en mi corazón. Entonces, lloro. Con fuerza, con ganas... dejando salir toda la pena y el remordimiento que siento. No sólo por él sino también por mi amado hermano al que perdí y que jamás podré volver a recuperar —. Lo siento —me disculpo con Ryker entre lamentables sollozos —. Lo siento mucho. No debí haberte dejado aquel día — ese día en el que después de haber conseguido retomar la consciencia, lo abandoné en aquel quirófano para tratar de encontrar el transformador —. Debí haber hecho algo — me digo a mi misma en voz alta.

El deseo del ave enjaulada © #3Where stories live. Discover now