Sin Espinas

138 6 6
                                    


¡Damian, la policía está exigiendo entrar a la villa, según tienen una orden de allanamiento!— Hugo interrumpe en el estudio enardecido. Ambos hombres me miran y saben que yo tengo mucho que ver con la presencia de los carabinieri.

— ¡Cómo pudistes!— Damian grita más furioso que nunca, dirigiéndome su ira, compren en su plenitud lo que he hecho. Llego el momento de la verdad.

— Hice lo que tenía que hacer.— Le digo calmadamente con el medallón que él me regaló entre mis dedos, que lleva el micrófono y la cámara.

— ¡Sabía que esta zorra te iba a joder, te lo dije!— Continúa gritando Hugo, que enseña los dientes y le palpita la vena en la sien.

— Tú no me vas a separar de mi hija.— Me advierte entre dientes. Sus ojos húmedos parecieran arder.

— Alesia tiene padre y no eres tú.— Se echa a reír.

— ¿Te refieres al que está a tres metros bajo tierra convirtiéndose en abono?— Dice en un tono de burla y termina con una sonrisa maligna.

— Me refiero a Gianluca, es su verdadero padre.— Borro de un plumazo su odiosa sonrisa con la noticia que cae sobre él como una losa.

— Mientes.— Murmura perdiendo los colores del rostro.

— Una simple prueba lo confirmará. ¿Si ves, Damian? Aunque hiciste todo lo posible para separar a Gianluca de mí, en realidad no has podido, seguimos unidos más que nunca, a través de nuestra pequeña, y esos rumores, sobre que hicimos el amor, son ciertos,— ahora me doy el gusto de sonreír, al ver su cara de perplejidad, aunque sea la ultima cosa que haga antes de morir. Damian reacciona según las circunstancias y me toma del cuello, pero sin llegarme a asfixiar, simplemente me sujeta para tenerme lo más cerca posible de su rostro, así pueda observar lo mucho que me detesta en este momento. No es de extrañar, lo he dejado en evidencia y herido en su amor propio.

— ¡Maldita! ¡Maldita zorra, no te vas a salir con la tuya! ¡Ella es mi hija!— Gruñe resentido, sin dejar de ver mis ojos y en los suyos distingo más allá de la ira excesiva, el dolor. Damian está profundamente afectado con mi traición, sufre por el destino que me espera, que él mismo impartirá, pero ni por eso cede mi voluntad. He visto completamente su vileza y lo repudio con todo mi corazón.

— Concéntrate, Damian, Ya nos ocuparemos de ella, ahora mismo la primordial es escapar, luego daremos cuenta de esta perra.— Le aconseja Hugo.

Damian me suelta y afirma sin mirarme, más concentrado en pensar en cómo lograr sortear su precaria situación. Ya tendrá tiempo de matarme con sus propias manos.

— Impide que entren todo lo que puede mientras yo escapo con Ela, por el pasaje trasero.— Le ordena a su esbirro.

— Lamento decir que le mencioné a la policía sobre ese pasadizo, así que si lo cruzan, les estarán esperando al otro lado.— Les informo con parquedad, como me he venido conduciendo.

— ¡Tienes muchos problemas!— Otra vez me ruge Damian.

— Voy a morir, así que no tengo ningún problema.— Le respondo aún en calma.

— ¡Perra!— Me grita Hugo y sin esperar instrucciones de su jefe me da un bofetón de lo más fuerte en la cara, con el dorso de la mano.

El golpe feroz y cargado de desprecio me tira al suelo. Mi cabeza golpea contra el piso de mármol con un sonido aterrador. El dolor estalla dentro de mi cabeza, los ojos se me llenan de lágrimas y se me emborrona la visión. La impresión por el impacto resuena en mi interior y desata un dolor insoportable que me late dentro del cráneo. Dejo escapar un grito silencio por el sufrimiento y el terror. Oh, no. . . Se acerca mi fin. 

A Pesar De Las Espinas ©Where stories live. Discover now