Capitulo 94 Eclipse De Luna

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¡Nunca antes había hecho algo como eso!— Exclamo eufórica ya fuera del bar, sintiendo cómo la adrenalina por lo prohibido altera todo mi ser, a tal grado, que se disipan los efectos que provocó el alcohol. Mi pecho sube y baja en un intento de recuperar el aire que se ha escapado de mis pulmones. Vaya que fui arrojada. Y la cara del Casanova, eso sí que no tiene desperdicio. Sonrío al recordar. El sujeto reaccionó simulando estar herido en su amor propio, con la mano en el pecho exagerado dramatismo, mientras Alessandra y yo nos besábamos.

— ¿Y cuál es tu veredicto?— Pregunta mi cómplice, evidentemente orgullosa de su desempeño. Y tiene que estarlo. Le deben conceder el Máster a la que mejor besa. Esta mujer si que sabe besar.

— Es uno de los mejores besos de mi vida.— Admito ruborizada de la cabeza a los pies. Mis mejillas arden y se me eriza la piel.

— Entonces es tu noche de suerte. ¿Quieres seguir experimentando?— Me sonríe y sus ojos brillan divertidos. Oh, Dios. Explayo los ojos con su propuesta.

— Aprecio la oferta. . . pero no estoy lo suficientemente ebria. . . lo siento.— Digo en trompicones, sin ocultar ante ella mi conmoción. 

— Me has dado en mi ego, tía. Me gusta que mis amantes estén en completo domino de sus sentidos, para que después no vengan con la excusa del alcohol.

— Oh. . . lo siento, el eclipse de luna no ha ejercido la suficiente influencia sobre mí.— Le sonrío educadamente. Espero que esté más conforme con la nueva excusa.

— ¿Eclipse de luna?— Pregunta mientras se pone su sobretodo azul a la medida. La noche se siente fría, algo curioso entrando en verano. Hago lo mismo, ponerme mi chaqueta.

— Si, hoy hay un eclipse de luna, lo que explica mi comportamiento.— Ella niega.

— No creo que me besaras por un movimiento interplanetario, más bien creo que lo deseabas. Deseabas probar mis labios.— Asegura, presumiendo de su poder de seducción. Artículo sin pronunciar una palabra. ¿Qué demonios se supone debo decir ante eso?— Vamos, tengo algo que hacer.— Me deja con la palabra en la boca cuando arranca a caminar hacia su Volvo, aparcado al lado del Levante, donde Mateo y Jhon me esperan. La sigo. Mejor así, tampoco sabía qué decirle.

— ¿Qué cosa tienes que hacer?— Averiguo curiosa por la determinación en su andar.

— Voy a buscar a Kika. No pienso estar un día más triste, menos si tengo el remedio en las manos.— Anuncia y sonrío feliz por su decisión.

— ¿Vas a cambiar tu vida?— Nos detenemos a un lado del carro de alquiler.

— Si ese es el precio que tengo que pagar para estar con la mujer que amo, no veo cuál sea el problema. Ella ha estado junto a mí todos estos años, incluso dejando a un lado su profesión, así que es justo que haga el esfuerzo por ella. ¿Y quién sabe? Buscar el equilibrio entre su vida y la mía, sin que ninguna tenga que sacrificar más que la otra.

— Sé que juntas lo conseguirán.— La observo sacar las llaves de su cartera y desactivar los seguros.

— Bueno, no te adelantes, primero tengo que convencerla de que me perdone y mira que es cabeza dura.— Lanza su bolso Chanel al asiento del copiloto y se para erguida entre la portezuela abierta y el vehículo, moviendo el dispositivo de encendido entre los dedos. Es evidente que se ha puesto nerviosa.

— Si te perdonará.— Digo convencida. Yo sí creo en las influencias positivas del eclipse de luna, además ellas son perfectas la una para la otra.

— ¿Cómo tú perdonarás a Gianluca?— Dejo de sonreír. Eso es trampa.

— En nuestro caso es diferente.— Suelto a la defensiva.

A Pesar De Las Espinas ©Where stories live. Discover now