Capítulo 108 Fallo Del Destino

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Sostengo su mano entre una de las mías. Listas las dos para cuando el doctor le indique pujar. Quien debería estar junto a Lina, acompañándole en tan significativa experiencia, es su esposo, Jesús, pero en vista de que soy la única que con éxito ha frenado sus descargas de improperios cada tanto que sobrevenía una contracción, fui designada por consenso absoluto como la acompañante. Consenso que incluyó, el padre de la embarazada, el cuerpo médico y hasta el futuro papá, quien lleva a cuesta las acusaciones de ser el autor material que sembró la criatura que hoy desgarra la bella vagina de la parturienta. Palabras textuales de la madre.

— ¿Sabes, Lina, lo que he aprendido últimamente?

Ella me mira sin dejar de hacer el ejercicio de respiración, semiacostada en la camilla especial para partos y con los talones en los estribos, ya con los diez centímetros de dilatación requeridos para comenzar a pujar. Unas pocas gotas de sudor perlan su frente.

— Que somos capaces de aguantar todo el dolor que se nos imponga.— Digo con dulzura y limpio el sudor de su frente con mi mano libre.

Lina deja de hacer el ejercicio y se serena visiblemente. Ha entendido con exactitud el significado que encierran mis palabras.

— Ay, Ela, detrás de una gran mujer, hay una amiga loca que la anima constantemente. Tú eres mi amiga loca.— Dice con sinceridad. Me echo a reír.

— Y tú eres la mía.— Poso mi frente sobre la suya.

El médico con su uniforme habitual se siente en un banquillo frente al pubis dilatado y aún detrás de la máscara quirúrgica se aprecia que sonríe.

— Todo está listo, Lina, cuando regrese la contracción. . .

El especialista se concentra en explicar el procedimiento, mientras ella atenta lo escucha y presiona mi mano que la sujeta. Pronto tendrá a su amada Kamil entre sus brazos, como yo pronto tendré a mi Alesia, y juntas ir al encuentro de sus hermanos.
......

Sonrío por lo bien que me está quedando la rebeca rosa que tejo para Alesia, que nacerá a finales de marzo, Dios mediante. Conforme pasan los días, mi barriga crece, presagiando el fin de mi embarazo. Poco a poco ha menguado el interés que generó mi caso y me obligó a enclaustrarme en esta alta torre por privacidad. Ya no hay periodistas apostados en la entrada del edificio y casi ha dejado de ser un punto turístico, apenas y se ven personas caminando a los alrededores, mientras cuchichean entre sí sobre su propia teoría. Lo mejor, Kamil es una hermosa bebita de cabellos rubios, de seis semanas, cuidada y amamantada por su orgullosa mamá.

Suspiro relajada, el reposo que me obligan a guardar mis dos carcelarios, así como la tranquilidad que reina en mi vida después de la absolución que ha concedido de manera formal la fiscalía, han dado sus frutos, en la última revisión la doctora me felicitó por mi excelente estado de salud. Mi tensión es óptima y los exámenes médicos mostraron niveles dentro del rango.

Dejo caer el tejido sobre mi regazo al recordar la de veces que tejí algo para Lucia. Mis hijos, ellos son la espina clavada en mi corazón que no permite ser feliz del todo. No puedo, sin ellos mi vida está incompleta. ¿Qué estarán haciendo en este momento? Por la hora que es aquí, la seis menos cuarto, en Londres, lugar donde su padre los ha llevado, pasa de la media noche, por lo tanto mis querubines duermen el sueño de los justos. ¿Qué cuento será su favorito? ¿Quién se los habrá leído? ¿Gianluca o esa chica? ¿Me entrañaran con la misma medida que yo los extraño? El tiempo que ha transcurrido no ha disminuido en nada mi sentimiento de pérdida, los ha consolidado y el vacío que impera en mi pecho, sólo podrá llenarse el día que pueda recuperarlos.

— Hablé con tía Nubia y ya está instalada en la granja.— Interrumpe Damian entrando a mi habitación. Con rapidez intento limpiar mis lágrimas para ocultarse el hecho que he llorado, pero no hay caso, él se da cuenta una vez que me ve.— Oh, ¿por qué lloras? ¿Te sientes mal?— Me pregunta examinando mis ojos, siempre tan preocupado.

A Pesar De Las Espinas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora