Capitulo 74 Una Larga Jornada.

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El Levante se aparca frente a la entrada de Disegni Corsetto, la nueva fábrica donde se confeccionan mis diseños, en pleno corazón de Sastri y que cubre en gran medida, la astronómica demanda online que en la actualidad orgullosamente la marca alcanza. Según la revista Fortuna, somos un fenómeno en ventas al sobrepasar las metas pautadas para tres años en tan solo once meses, ubicándonos en el ranking de las veinte empresas con mayor crecimiento en Italia.

— Estaré por ti a media tarde, ¿no?— Confirma Nico a mi lado.

 Yo sigo abstraída con mi móvil, poniéndome al día con los mensajes que por falta de tiempo no había leído. Aún conservo la costumbre de ser su copiloto cuando vamos solos en el vehículo. Prefiero estar a su lado compartiendo algún chiste, un comentario o simplemente así, en silencio.

— Eh. . . sí.— Respondo despegando la vista de la pantalla.

Consigo a mi amigo detrás del volante sonriéndome, ya acostumbrado a mi perenne distracción. Es que cada nanosegundo de mi tiempo está destinado a alguna tarea. Que razón tenia Gianluca al insistir con lo necesario que es disponer de un chófer que te lleve y te traiga, lo que yo tanto lo criticaba. Ahora compruebo en carne propia sus muchas ventajas, en vez de perder el tiempo manejado, puedo disponer de esos preciados minutos para adelantar con alguno de mis múltiples pendientes. 

— Recuerda a los niños.— Le digo guardando mi móvil en la cartera. Nico corre los ojos. Sé que puedo parecer fastidiosa, pero no sé, supongo que me relaja el corroborar que él busque a mis hijos.

Por Dio Ragazza, eso ni me lo tiene que decir. Llegada la hora de la comida busco a los terremotos en el jardín de infancia, los amordazo y los tiro en la parte trasera del vehículo.— Explica señalando con el pulgar encima del hombro, donde piensa lanzar a los niños.

— Si claro. — Le digo negando mientras sonrio.

Ahora es mi turno de reirme de él. Su debilidad por eso niños roza en lo patológico, de hecho no los desampara ni de noche ni de día, tanto que han desplazado por completo a su amigo de infancia, que sin más remedio se acostumbró a que Pietro sea siempre su chófer.

— Bájate, que voy a casa de Massiel, es su día libre y me provoca empiernarme con ella toda la mañana.— Me insta a salir del vehículo agitando la mano.

— Lo que deberías hacer es casarte de una vez por todas con ella, no seas desconsiderado, Nico.— Me permito aconsejarlo, porque lo considero mi amigo del alma, mi hermano.

— ¡Ay, no, Ragazza! Hoy no estoy de ánimos para uno de tus sermones. A ella y a mi nos funciona de este modo. Ya te lo he dicho.— Refuta con fastidio. ¿Es en serio?

— Ni hoy ni nunca estás de ánimos para «mis consejos». Mira que la vas a perder, después no vengas lloriqueando.— Le advierto batiendo mi dedo índice como viejecita regañona.

— ¿Dijiste algo? Es por una duda que tengo.— Dice con aire severo.

Así que prefiere ignorar mis consejos. Malagradecido. Empequeñezco los ojos enviándole uno de mis famosos mensajes silencios, que el repele haciendo con sus dedos la señal de la cruz. Unos de los portero abre mi portezuela y por fin me bajo, en tanto el casanova pone en marcha el vehículo en busca de su dosis de amor.

Subo las escalinata de piedra que me conducen a las recicladas instalaciones de la empresa de diseños de lencería femenina. Un esfuerzo en conjunto que involucró a la querida Alessandra, a Gianluca y mi persona. Los tres con pasión y esmero, hicimos realidad lo que por un tiempo fue tan sólo un sueño. Me fascina como Alessandra consiguió conservar el aire de antaño que todavía evoca la fachada, maquillada con el mismo brillante azul mediterráneo que cubrieron las paredes durante más de un siglo. Solo se ve interrumpido por ventanales con balcones en nogal oscuro. Fue una obra titánica el recuperar el destartalado edificio, nos llevó por fuerza a investigar su pasado, como guía para restablecer su antigua gloria y respetar los detalles distintivos originales.

A Pesar De Las Espinas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora