Cenaron en un restaurante cerca del hotel. El sitio enamoró a las chicas desde mucho antes de entrar en él. Había bombillas colgando del techo que le daban un toque muy íntimo y agradable. El ambiente era silencioso, a veces daba la sensación de que la gente susurraba a sus acompañantes con el miedo de que los demás se enteraran de lo que decían.
Comieron relajadas mientras disfrutaban del local, cuando terminaron, se dirigieron a su habitación de nuevo.
Iban andando por la calle, con las manos agarradas, como habían hecho costumbre desde hace ya tiempo. Charlaban mientras escuchaban los ruidos del tráfico y los sonidos de las bicicletas, que circulaban casi por su lado.
Alba se subió a un bordillo que había por el camino, intentando hacer equilibrio para no caerse, mientras se aferraba al agarre de la morena.
-Amor,-La llamó Natalia.-te vas a caer.
-Que no.-Dijo convencida. Se tambaleó un poco y estuvo a punto de ir al suelo, pero la morena la consiguió sujetar entre sus brazos.
-Eres una cabezota.-Le susurró, dejándola de nuevo a su lado.
-Era una excusa para que mi princesa me salvara.-Dramatizó, haciendo reír a su novia.
Siguieron caminando hasta que llegaron a su destino. Subieron a su habitación y cerraron la puerta detrás de ellas, dejando sus mochilas en el mueble de la entrada.
Se pusieron el pijama y sacaron el pequeño bote de brownies que habían comprado aquella mañana, dispuestas a probarlos.
-A ver, me da un poco de miedo.-Admitió Alba.
-No te preocupes nena, tampoco vamos a comer mucho.-Le tranquilizó su novia.
Le tendió la mitad de uno, quedándose ella con la otra. Ambas se lo llevaron a la boca y lo saborearon, sorprendiéndose bastante al comprobar que no sabían tan mal como parecía.
-¿Esto sube?-Preguntó la rubia, mirando el bollo con atención.
-Supuestamente sí.
Efectivamente, al rato ambas estaban riéndose por cualquier tontería y flipando por absolutamente todo.
-Tienes brownie en la nariz.-Le informó Natalia, soltando una carcajada y estirando la mano para quitárselo.
Se lo metió a la boca y sonrió, viendo como la chica la miraba con atención.
-Estás buenísima.-Murmuró Alba, haciendo reír a su novia.
-Y tú estás fumadísima.
-Estoy flipando con estar contigo tía, de verdad.
-Pues si quieres no estamos.-Le dijo de broma.
-No.-Se quejó, poniendo voz de bebé.-Yo no quiero estar sin ti nunca.
-Yo tampoco, nena.
-¿Me lo prometes?
-Que sí.
-Que sí no, di te lo prometo Alba.-Ordenó.
-Te lo prometo Alba Reche.-Cedió.
-El Reche no iba, te he dicho sólo Alba.-Insistió la rubia. Haciendo a su novia rodar los ojos.
-Te lo prometo Alba.
-Así me gusta.
-¿Me das un beso?-Pidió Natalia, poniendo un puchero en su boca.
-Dámelo tú.
Y la morena la cogió de la nuca y la besó, sintiendo el calor de sus labios ahora incluso más fuerte que nunca. Suspiró y se separó de ella, mirándola atentamente.
-Tus ojos rojos me ponen muchísimo más que los normales.-Le confesó Natalia, mordiéndose el labio.
Alba, en lugar de contestar, se lanzó contra ella, haciéndola caer de espaldas a la cama y colocándose encima de ella.
Bajó sus besos a su cuello, haciendo que la más alta jadeara constantemente ante sus acciones. Mordió algunas zonas sin control, probablemente tendría marcas al día siguiente.
Natalia agarró a la rubia de la camiseta de su pijama y tiró de ella hacia arriba, consiguiendo quitársela en pocos segundos.
Alba se impacientó un poco y se desnudó completamente ante la mirada de su novia, que la observaba sorprendida.
Cogió su mano y la dirigió hasta su parte más íntima, obligándola a tocarla.
Estaban flotando, era el mejor sexo que habían tenido hasta ahora con diferencia, y lo habían hecho varias veces desde que estaban juntas.
Natalia siguió con su tarea hasta que consiguió hacer llegar a la chica, dejándola prácticamente inconsciente encima de ella.
La rubia se recuperó un poco y comenzó a repartir besos por la cara de la morena, haciendo un recorrido hacia abajo.
Cuando llegó entre sus piernas la saboreó con impaciencia, queriendo dedicarse a eso por el resto de su vida.
Natalia no paraba de gemir, suplicaba más y la otra se lo daba. La agarraba el pelo con fuerza, tirando hacia ella para que no parara con lo que estaba haciendo.
Cuando terminó, la rubia subió de nuevo y se tumbó a su lado, respirando entrecortadamente.
-Dios.-Susurró Natalia, mirando a la chica.-Sonrió.
-Hay que fumar marihuana más a menudo.
He estado dándole al coco y, como todos habéis votado entre el amor de instituto y la sorpresa, he decidido que voy a hacer un remix. (Cuando acabe ésta). ¿Desde donde me leéis? ❤️