LIV

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Cenaron en un restaurante cerca del hotel. El sitio enamoró a las chicas desde mucho antes de entrar en él. Había bombillas colgando del techo que le daban un toque muy íntimo y agradable. El ambiente era silencioso, a veces daba la sensación de que la gente susurraba a sus acompañantes con el miedo de que los demás se enteraran de lo que decían.

Comieron relajadas mientras disfrutaban del local, cuando terminaron, se dirigieron a su habitación de nuevo.

Iban andando por la calle, con las manos agarradas, como habían hecho costumbre desde hace ya tiempo. Charlaban mientras escuchaban los ruidos del tráfico y los sonidos de las bicicletas, que circulaban casi por su lado.

Alba se subió a un bordillo que había por el camino, intentando hacer equilibrio para no caerse, mientras se aferraba al agarre de la morena.

-Amor,-La llamó Natalia.-te vas a caer.

-Que no.-Dijo convencida. Se tambaleó un poco y estuvo a punto de ir al suelo, pero la morena la consiguió sujetar entre sus brazos.

-Eres una cabezota.-Le susurró, dejándola de nuevo a su lado.

-Era una excusa para que mi princesa me salvara.-Dramatizó, haciendo reír a su novia.

Siguieron caminando hasta que llegaron a su destino. Subieron a su habitación y cerraron la puerta detrás de ellas, dejando sus mochilas en el mueble de la entrada.

Se pusieron el pijama y sacaron el pequeño bote de brownies que habían comprado aquella mañana, dispuestas a probarlos.

-A ver, me da un poco de miedo.-Admitió Alba.

-No te preocupes nena, tampoco vamos a comer mucho.-Le tranquilizó su novia.

Le tendió la mitad de uno, quedándose ella con la otra. Ambas se lo llevaron a la boca y lo saborearon, sorprendiéndose bastante al comprobar que no sabían tan mal como parecía.

-¿Esto sube?-Preguntó la rubia, mirando el bollo con atención.

-Supuestamente sí.

Efectivamente, al rato ambas estaban riéndose por cualquier tontería y flipando por absolutamente todo.

-Tienes brownie en la nariz.-Le informó Natalia, soltando una carcajada y estirando la mano para quitárselo.

Se lo metió a la boca y sonrió, viendo como la chica la miraba con atención.

-Estás buenísima.-Murmuró Alba, haciendo reír a su novia.

-Y tú estás fumadísima.

-Estoy flipando con estar contigo tía, de verdad.

-Pues si quieres no estamos.-Le dijo de broma.

-No.-Se quejó, poniendo voz de bebé.-Yo no quiero estar sin ti nunca.

-Yo tampoco, nena.

-¿Me lo prometes?

-Que sí.

-Que sí no, di te lo prometo Alba.-Ordenó.

-Te lo prometo Alba Reche.-Cedió.

-El Reche no iba, te he dicho sólo Alba.-Insistió la rubia. Haciendo a su novia rodar los ojos.

-Te lo prometo Alba.

-Así me gusta.

-¿Me das un beso?-Pidió Natalia, poniendo un puchero en su boca.

-Dámelo tú.

Y la morena la cogió de la nuca y la besó, sintiendo el  calor de sus labios ahora incluso más fuerte que nunca. Suspiró y se separó de ella, mirándola atentamente.

-Tus ojos rojos me ponen muchísimo más que los normales.-Le confesó Natalia, mordiéndose el labio.

Alba, en lugar de contestar, se lanzó contra ella, haciéndola caer de espaldas a la cama y colocándose encima de ella.

Bajó sus besos a su cuello, haciendo que la más alta jadeara constantemente ante sus acciones. Mordió algunas zonas sin control, probablemente tendría marcas al día siguiente.

Natalia agarró a la rubia de la camiseta de su pijama y tiró de ella hacia arriba, consiguiendo quitársela en pocos segundos.

Alba se impacientó un poco y se desnudó completamente ante la mirada de su novia, que la observaba sorprendida.

Cogió su mano y la dirigió hasta su parte más íntima, obligándola a tocarla.

Estaban flotando, era el mejor sexo que habían tenido hasta ahora con diferencia, y lo habían hecho varias veces desde que estaban juntas.

Natalia siguió con su tarea hasta que consiguió hacer llegar a la chica, dejándola prácticamente inconsciente encima de ella.

La rubia se recuperó un poco y comenzó a repartir besos por la cara de la morena, haciendo un recorrido hacia abajo.

Cuando llegó entre sus piernas la saboreó con impaciencia, queriendo dedicarse a eso por el resto de su vida.

Natalia no paraba de gemir, suplicaba más y la otra se lo daba. La agarraba el pelo con fuerza, tirando hacia ella para que no parara con lo que estaba haciendo.

Cuando terminó, la rubia subió de nuevo y se tumbó a su lado, respirando entrecortadamente.

-Dios.-Susurró Natalia, mirando a la chica.-Sonrió.

-Hay que fumar marihuana más a menudo.

He estado dándole al coco y, como todos habéis votado entre el amor de instituto y la sorpresa, he decidido que voy a hacer un remix. (Cuando acabe ésta). ¿Desde donde me leéis? ❤️

Por si ya no estás | AlbayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora