XIII

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Alba habló con María esa misma tarde, cuando volvieron a su casa. La rubia le contó lo ocurrido con Natalia y, aún que la madrileña se alegró mucho, le dijo que debía hablar con la morena sobre los sentimientos de ambas.

-No es por pensar mal, porque es mi amiga.-Explicó María.-Pero tiene toda la pinta de ser la típica tía que pasa de coleccionar chicles debajo del asiento a coleccionar a los hombres, y usarlos como chicles.

-Yo creo que no sabe lo que siente.-Razonó Alba.

-Pues es muy fácil amiga, vas a su casa y se lo preguntas.

-¿Ahora?

-No, mañana.-Se quedó callada.-¡Pues claro que ahora!

Y media hora más tarde Alba estaba parada delante de la puerta de Natalia, con el timbre rozando su dedo.

Se lo pensó durante cinco minutos y decidió llamar. Cuando Natalia abrió tenía cara de recién levantada, el pelo revuelto y los ojos achinados.

-¿Estabas durmiendo?-Preguntó Alba preocupada.-Ay, lo siento, no te quería agobiar, es que, bueno, estoy muy confundida porque...

Natalia interrumpió a Alba frotándose un ojo y abriendo la puerta del todo, indicándole a Alba que pasase.

-Antes de que empieces a hablar como una cotorra, no me agobias, rubia.-Dijo la morena con una sonrisa.

-Bueno, es que nos estamos viendo mucho últimamente, y no me gusta pensar que necesitas espacio y sé que estoy siendo muy pesada pero necesitaba hablar contigo.

-Obviamente necesito mi espacio nena,-Respondió Nat.-pero me encanta estar contigo y no me molesta para nada que vengas a contarme tus rayadas.

-Quiero que me expliques qué somos porque no lo entiendo.

-¿Yo te gusto?-Preguntó de repente.

-Hombre,-Dijo la rubia sin saber que decir.-un poco.

-Pues ya está, yo te gusto, tu me gustas. ¿Qué ganas tienes de ponerle una etiqueta a lo que tenemos?

-No es ponerle una etiqueta Nat, es entenderlo.

-No hay nada que entender, nos estamos conociendo y ya está.

-Tengo miedo de que no me correspondas.-Confesó.

Natalia suspiró e indicó a la rubia con la mano que se sentara junto a ella en el sofá, ya que hasta ahora había estado de pie.

Cuando Alba hizo lo que le pidió la morena se lanzó a besarla, empezando así un beso cargado de emociones, en los que Natalia intentaba transmitirle seguridad. Lo consiguió.

-¿Ya?-Dijo cuando se separaron.

En lugar de responder con palabras, la más bajita la besó de nuevo, este fue mucho más apasionado que el anterior, tumbando a Natalia en el sofá para colocarse sobre ella.

La morena estaba encantada con la situación, besaba a Alba con una sonrisa en sus labios y las ganas de gritar de felicidad no le cabían en el pecho. Bajó sus manos un poco hasta llegar a su trasero, le encantaba su culo.

Ambas siguieron en ese beso hasta que se separaron por falta de aire, cuando Natalia quiso continuar, la rubia le paró, bajando lentamente sus besos hasta su cuello.

-Hace mucho calor aquí, ¿Verdad?-Dijo la morena riéndose, acto que siguió la rubia.

-Pues quítate esto.-Propuso Alba sensualmente, tirando del cordón de la sudadera que llevaba.

-Quítamelo tú.

Y lo hizo.

Entre juegos, besos y risas llegaron a la habitación. Ambas luchaban por el control de la situación, esta vez ganó Natalia, empujando a Alba a la cama y colocándose encima de ella.

-Estás buenísima.-Le dijo la rubia mirándola desde abajo.

-Joder, tú no te quedas atrás.

Alba sonrió ante la respuesta de la morena y continuó besándola.

Esta vez permitió que Natalia le quitara la camiseta y continuara con la tarea por su sujetador, para besarle los pechos.

Ambas estaban muy excitadas y decidieron no pensar.

La morena continuó viajando por el cuerpo de Alba hasta que llegó a su parte más intima, hizo su trabajo con calma y provocó un orgasmo en la otra chica.

Y así siguieron toda la tarde.

Por si ya no estás | AlbayWhere stories live. Discover now