La morena había invitado a las chicas a comer a su casa. En realidad era la excusa perfecta para ver a Alba, pero temía fastidiarla sólo invitándola a ella.
Antes de llegar al portal de Natalia, el grupo de amigas se había parado a mirar un escaparate de una tienda, una decisión tomada por Africa.
-Noto a Natalia muy rara.-Reflexionó la rubia.
-¿Y eso?-Preguntó Marta con las cejas arqueadas.
-No lo sé, desde que pasó eso me trata diferente.
-No te entiendo.
-Es cómo si le diera miedo asustarme o algo.
-Lo que le pasa,-Interrumpió María.-Es que ha visto tu lado frágil, y como las cosas están tan recientes, no quiere ir demasiado rápido y te está dando tu espacio.
-Puede ser.-Dijo Alba, pensando en lo que le acababa de decir su amiga.
-Habla con ella, cariño.-Aconsejó Africa.-Las cosas se arreglan hablando.
-¿Pero que clase de experiencia has tenido tú?-Bromeó María.-Anda tira, que llegamos tarde.
Llamaron al timbre y Natalia recibió a las chicas con una sonrisa, dando dos besos a todas.
Cuando llegó a la rubia dudó cómo saludarla, pero la chica cogió su cara y la besó.
La morena se quedó algo aturdida ante aquello, pero reaccionó segundos después, dándose cuenta de que Alba ya había entrado al interior de la casa.
Cerró la puerta e indicó que se sentaran en el sofá para traer la comida, había preparado lasaña.
-Joder, que bien nos cuidas.-Exclamó María, agradecida por el plato.
-Y para ti,-Dijo la morena, llegando con un plato distinto.-lasaña de verduras.
Se lo entregó a la rubia con una sonrisa tímida, cosa que le pareció demasiado tierna a la chica.
-Gracias.-Exclamó, pensando en la charla que tendría después con ella.
A Alba le encantaba la actitud de niña pequeña que tenía Natalia con ella.
Pero quería ver a la chica que conoció, la que le hacía volar y al mismo tiempo le ponía los pies en la tierra.
Comieron felices, conversando alegremente mientras bebían cerveza y bromeaban sobre distintos aspectos de la vida.
Cuando terminaron, se quedaron viendo la televisión mientras la morena se retiró a la cocina a lavar los platos.
Mientras estaba ocupada, sintió unos brazos rodeándola por detrás con cuidado, apretándola en un abrazo.
Supo perfectamente quién era.
-Nena,-Dijo sonriendo, mientras se giraba a corresponder a la chica.-me has pillado un poco mojada.
La rubia se rió ante su broma, cogió un trapo que estaba en la encimera y le secó las manos delicadamente.
-Tengo que comentarte una cosita.-Comenzó diciendo Alba.
-Claro, dime.
-Sé que después de lo que pasó piensas que sigo enfadada contigo o algo por el estilo, pero quiero que sepas que no lo estoy, me encanta tu actitud de antes, no me molesta nada que vuelvas a tratarme así.
-No quiero que te sientas incómoda.-Respondió con una sonrisa torcida.
-Creo que sé cómo podemos solucionar esto.-Dijo la rubia, acercándose peligrosamente a Natalia.
-¿Cómo?
-Cuando se vayan éstas te lo digo.
La morena tragó saliva, pero sonrió tontamente.
Le encantaba ese lado de Alba.
-A lo mejor la que te lo tiene que decir soy yo.-Entró en el juego.
-Ya veremos.
Natalia, con algo más de confianza, se lanzó a besar a la rubia con ganas acumuladas.
Comenzaron una guerra por ver quién tendría el control, pero la morena no iba a ceder y acabó ganando.
Alba mordió el labio de la chica para separarse de ella, no sin antes darle un pico.
-Venga, que te ayudo a lavar.-Dijo poniéndose manos a la obra.
-¿Cómo quieres que me concentre después de esto?
-Chica, ya lo has hecho antes.
-Contigo creo que me costará un poco más.
Entre juegos y risas, acabaron las dos cubiertas de agua, disfrutando de la compañía en cosas tan cotidianas como lavar los platos.
Volvieron al salón y sus compañeras prefirieron no preguntar acerca de su aspecto, así que simplemente se sentaron junto a ellas en el sofá y se unieron a ver la televisión.
Sabían perfectamente lo que pasaría después.