XXIII

15.3K 596 59
                                    

La morena había invitado a las chicas a comer a su casa. En realidad era la excusa perfecta para ver a Alba, pero temía fastidiarla sólo invitándola a ella.

Antes de llegar al portal de Natalia, el grupo de amigas se había parado a mirar un escaparate de una tienda, una decisión tomada por Africa.

-Noto a Natalia muy rara.-Reflexionó la rubia.

-¿Y eso?-Preguntó Marta con las cejas arqueadas.

-No lo sé, desde que pasó eso me trata diferente.

-No te entiendo.

-Es cómo si le diera miedo asustarme o algo.

-Lo que le pasa,-Interrumpió María.-Es que ha visto tu lado frágil, y como las cosas están tan recientes, no quiere ir demasiado rápido y te está dando tu espacio.

-Puede ser.-Dijo Alba, pensando en lo que le acababa de decir su amiga.

-Habla con ella, cariño.-Aconsejó Africa.-Las cosas se arreglan hablando.

-¿Pero que clase de experiencia has tenido tú?-Bromeó María.-Anda tira, que llegamos tarde.

Llamaron al timbre y Natalia recibió a las chicas con una sonrisa, dando dos besos a todas.

Cuando llegó a la rubia dudó cómo saludarla, pero la chica cogió su cara y la besó.

La morena se quedó algo aturdida ante aquello, pero reaccionó segundos después, dándose cuenta de que Alba ya había entrado al interior de la casa.

Cerró la puerta e indicó que se sentaran en el sofá para traer la comida, había preparado lasaña.

-Joder, que bien nos cuidas.-Exclamó María, agradecida por el plato.

-Y para ti,-Dijo la morena, llegando con un plato distinto.-lasaña de verduras.

Se lo entregó a la rubia con una sonrisa tímida, cosa que le pareció demasiado tierna a la chica.

-Gracias.-Exclamó, pensando en la charla que tendría después con ella.

A Alba le encantaba la actitud de niña pequeña que tenía Natalia con ella.

Pero quería ver a la chica que conoció, la que le hacía volar y al mismo tiempo le ponía los pies en la tierra.

Comieron felices, conversando alegremente mientras bebían cerveza y bromeaban sobre distintos aspectos de la vida.

Cuando terminaron, se quedaron viendo la televisión mientras la morena se retiró a la cocina a lavar los platos.

Mientras estaba ocupada, sintió unos brazos rodeándola por detrás con cuidado, apretándola en un abrazo.

Supo perfectamente quién era.

-Nena,-Dijo sonriendo, mientras se giraba a corresponder a la chica.-me has pillado un poco mojada.

La rubia se rió ante su broma, cogió un trapo que estaba en la encimera y le secó las manos delicadamente.

-Tengo que comentarte una cosita.-Comenzó diciendo Alba.

-Claro, dime.

-Sé que después de lo que pasó piensas que sigo enfadada contigo o algo por el estilo, pero quiero que sepas que no lo estoy, me encanta tu actitud de antes, no me molesta nada que vuelvas a tratarme así.

-No quiero que te sientas incómoda.-Respondió con una sonrisa torcida.

-Creo que sé cómo podemos solucionar esto.-Dijo la rubia, acercándose peligrosamente a Natalia.

-¿Cómo?

-Cuando se vayan éstas te lo digo.

La morena tragó saliva, pero sonrió tontamente.

Le encantaba ese lado de Alba.

-A lo mejor la que te lo tiene que decir soy yo.-Entró en el juego.

-Ya veremos.

Natalia, con algo más de confianza, se lanzó a besar a la rubia con ganas acumuladas.

Comenzaron una guerra por ver quién tendría el control, pero la morena no iba a ceder y acabó ganando.

Alba mordió el labio de la chica para separarse de ella, no sin antes darle un pico.

-Venga, que te ayudo a lavar.-Dijo poniéndose manos a la obra.

-¿Cómo quieres que me concentre después de esto?

-Chica, ya lo has hecho antes.

-Contigo creo que me costará un poco más.

Entre juegos y risas, acabaron las dos cubiertas de agua, disfrutando de la compañía en cosas tan cotidianas como lavar los platos.

Volvieron al salón y sus compañeras prefirieron no preguntar acerca de su aspecto, así que simplemente se sentaron junto a ellas en el sofá y se unieron a ver la televisión.

Sabían perfectamente lo que pasaría después.

Por si ya no estás | AlbayWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu