XXXIII

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Llevaba días sin verla, tampoco quería.

Tenía demasiada rabia acumulada, así que decidió llamar a Marta para salir.

No hablaba con María, sólo lo justo y lo necesario, al fin y al cabo era compañeras de piso.

Habían ido a un pub perdido por Malasaña, que tenía buen ambiente.

Alba no bebía, y ese día tampoco lo iba a hacer.

Marta, sin embargo, ya llevaba dos copas, y acababan de empezar la noche.

Intentaban bailar al ritmo de la música, pero la multitud de gente se pegaba a ellas y no las dejaba prácticamente respirar.

La rubia se tensó cuando reconoció a Natalia sentada en uno de los sofás de la esquina, bebiendo una copa y hablando con un extraño.

Frunció el ceño y dejó de bailar, no la había visto, y eso, en cierto modo, la relajaba.

Se apartó de esa zona, ya que la dejaba demasiado expuesta a su vista.

Decidió ignorarla, como había hecho estos últimos meses.

Siguió bailando cómo si nada hubiera pasado.

Un chico de le acercó, y sin saber muy bien porqué, acabó bailando con él.

Siguió un rato más hasta que sintió una mano en su hombro. Se giró pensando que era Marta, pero se encontró con la morena, mirándola con rabia.

Apartó la mano de su hombro y siguió con lo que estaba haciendo, pero Natalia la agarró del brazo, sacándola del local.

-¿Qué haces?-Gritó Alba, soltándose una vez fuera.

-Para.-Susurró la otra chica.

-¿Para, qué?-Preguntó amenazante.

-De bailar con ese chico.

-¡A ti que mierda te importa!

-¡Se quiere aprovechar de ti!-Exclamó la morena, desesperada por la situación.

-¿Cómo lo has hecho tú?-Murmuró, esa frase era un dardo envenenado.

Natalia se quedó paralizada, no supo que decir. Alba soltó una risa irónica.

-No tienes derecho a nada, Natalia.-Escupió.

-No lo hagas, por favor.-Rogó, dando pasos hacía delante.

-¡No te acerques!-Gritó la rubia, prácticamente estaba suplicándole.

La morena siguió avanzando, haciendo caso omiso a las palabras de Alba.

-¡Qué no te acerques!-Puso las manos delante de ella, indicando a la morena que parara.-¡No puedes hacerme esto!

-Lo siento.-Susurró Natalia.

-¡No lo sientes!-Exclamó, al borde del llanto.-¡Te odio!

Empujó a la morena, que ya estaba a muy poca distancia de ella. Ante este golpe, la chica siguió dando pasos.

-¡Te odio, te odio!-No paraba de pegarle en el pecho, con rabia. Había comenzado a llorar.

Natalia la envolvió en sus brazos y la apretó contra su cuerpo, mientras le pegaba, cada vez con menos fuerza.

-Te odio.-Susurró finalmente. Escondiendo la cara en el cuello de la chica y rompiéndose a llorar.

Se quedaron inmóviles por varios minutos. Alba lloraba sin parar, mientras Natalia la mantenía contra su pecho.

Terminó su llanto y, muy a su pesar, se separo de ella. Volviendo a la realidad.

-¿Podemos hablar?-Preguntó Natalia, esperanzada.

La chica se secó las lágrimas con la manga de su chaqueta.

Sorbió su nariz un par de veces y se sentó en el suelo, apoyándose en la pared.

Sacó un cigarro y fumó.

La morena tomó eso como una señal y se sentó junto a ella, con las manos en los bolsillos.

-Tenía que irme.-Susurró. Escuchando una risita irónica por parte de la otra chica.

-Una explicación no hubiera estado mal.

-Lo siento,-Dijo sincera.-necesitaba encontrarme, necesitaba ser suficiente para ti.

-Suficiente para mí.-Murmuró Alba, asintiendo con la cabeza.-Mira, Natalia, puede que no lo entiendas, pero yo no estaba contigo porque estabas rota, estaba contigo porque te quería y te necesitaba. Estaba contigo porque me hacías feliz.

Le dio otra calada al cigarro, sin mirar a la morena, que se había quedado sin palabras.

-¿Ya no me quieres?-Preguntó la más alta, temiendo la respuesta.

-Creo que es la pregunta más absurda que has hecho en toda tu vida.

Natalia no pudo evitar que se le escapara una pequeña sonrisa.

-Te mereces que te pida disculpas, sé que lo has pasado mal, no quería que fuera así.

-Pues si no querías verme sufrir, no haber sido tan gilipollas.-Contestó Alba, dando otra calada más.

-¿Podemos quedar otro día?-Preguntó, esperanzada.

-No te confundas, Nat.-Frenó la rubia.-No quiero nada contigo, ya tuviste tu oportunidad.

La morena suspiró, sacando su último recurso.

-¿Podemos ser amigas?

-Yo no puedo ser amiga tuya, lo sabes.-Respondió Alba.

Ahora sí que es el último por hoy, mañana más.❤️

Por si ya no estás | AlbayOnde histórias criam vida. Descubra agora