XXXII

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María se estaba duchando, y cómo de costumbre, se había dejado el móvil cargando en el salón.

Comenzó a sonar y Alba no tuvo mas remedio que cogerlo, sin siquiera mirar quién era.

-¿Sí?

-Estoy en Madrid.-Se oyó un suspiro al otro lado de la línea. Alba se quedó sin aire al reconocer la voz.

-¿Natalia?-Preguntó, con la esperanza de que no fuera ella.

-¿Alba? Mierda.-Y colgó.

La rubia se quedó mirando el móvil hasta que María salió del baño, silbando cualquier canción de su repertorio.

Al ver a Alba sabía que algo había pasado.

La rubia levantó la vista y miró a su compañera con la cara descompuesta.

-¿Hablas con ella?-Preguntó, conteniendo las ganas de gritar.

-A ver, Alba, eh, no, bueno a veces me llama.

-¡Me puedes explicar por qué cojones te llama Natalia!

-No lo sé, mira, vamos a dejar el tema.-Contestó María, queriendo tranquilizar la situación.

-No, me vas a decir ahora mismo desde cuándo.

-Pues...no me acuerdo.

-¿Desde cuándo?

-Dos días después de que te fuiste me llamó, siempre que lo hace me pregunta por ti.-Admitió por fin.

-Increíble.-Murmuró la rubia, andando hacia su habitación, sin creerse lo que acababa de pasar.

Natalia hablaba con María.

Natalia estaba en Madrid.

No entendía nada, su compañera de piso había estado engañándola durante cuatro meses.

Volvió a salir a correr, esquivando las disculpas de María. Era lo único que le ayudaba a pensar.

Corrió y corrió hasta volverse a sentar en el banco dónde siempre acababa.

Cuando pasó un rato, decidió encenderse un cigarro, lo había dejado, igual que había creído superarla, pero ambos habían vuelto.

Mientras daba una calada miraba al suelo. Sintió como alguien se sentaba a su lado en el banco, no le prestó demasiada atención.

-¿No decías que fumar era malo?-Susurró una voz, pudo reconocerla perfectamente.

Levantó la vista y allí estaba, con una media sonrisa, cómo si el tiempo no hubiera pasado.

Y estaba incluso más guapa que antes.

-Tú también decías que me querías, supongo que las dos hemos sido hipócritas alguna vez en nuestra vida.-Respondió, dando otra calada, disimulando el temblor en su voz.

Natalia suspiró, sabía cómo iba a reaccionar.

-¿Tienes fuego?-Preguntó la morena, sacando un cigarro de su bolsillo.

Alba asintió y le entregó el mechero, teniendo especial cuidado en ni siquiera rozar su mano.

Natalia se lo encendió, mirando a la rubia, que veía el suelo mientras daba pataditas a las pierdas que había en él.

Se lo tendió para devolvérselo, pero la chica le indicó con la cabeza que lo dejará apoyado en el banco.

-Lo siento.-Murmuró Natalia, con la voz rota.

Alba la miró, sus ojos se conectaron, pero la rubia no pudo soportar mucho más tiempo.

-Yo no.-Dijo levantándose y marchándose de allí, con la esperanza de no volverla a ver nunca más.

Llegó a su casa y tiró las llaves al suelo, mientras lloraba de la impotencia.

María intuyó su estado, pero entendía que estuviera enfadada con ella, así que no se acercó.

Alba corrió a su habitación, cerrándola con un portazo.

No entendía como se atrevía a acercarse a ella, ahora que la estaba empezando a superar.

Se tumbó en la cama, mirando al techo, recordando de nuevo todos esos momentos que había guardado en un rinconcito de su mente.

No eran recuerdos felices, ahora estaban recubiertos de una tela de rencor que había decidido conservar, así sería más fácil olvidarla.

Le daba rabia que hubiera vuelto.

Le daba rabia que le hubiera hablado.

Y le daba rabia seguir enamorada de ella.

Empezaba a estar bien, en equilibrio consigo misma.

Pero ahora volvía a estar igual de rota que siempre.

Natalia provocaba unos efectos en ella que no sabia como gestionar.

Y eso la enfurecía.

Tranquilidad chicxs, todo se puede solucionar😂

Por si ya no estás | AlbayWhere stories live. Discover now