XXI

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''Alba, quizá esta carta no llegue nunca a tus manos, o acabe en la basura de tu habitación, pero si la estas leyendo, supongo que esto último no habrá pasado.

Entendería perfectamente que dejes de atenderme en cualquier momento y rompas este papel en mil pedazos, pero por favor, no lo hagas.

Tienes razones para enfadarte, eso si es cierto, pero creo que tienes ideas equivocadas sobre aquella noche.

Te oculté cosas, es verdad, pero no estoy con Mikel, y el día que llegué llorando a tu casa esperando un consuelo te estaba demostrando que era verdad.

Me preguntaste que porqué lloraba y yo te contesté que era porque me había quitado un peso de encima, no era cierto.

Lloraba porque no era libre, y necesitaba ser libre para no encarcelarte a ti.

Mis padres no aceptan mi bisexualidad, siempre me han dicho que no debería de mostrar mi verdadero yo al mundo.

Nunca lo había hecho, te lo juro, pero apareciste en mi vida de tal forma que no me dejaste más remedio que sentir cosas por ti.

Mikel habló conmigo aquella tarde, le dejé, pero llegamos al acuerdo de que, de cara a mis padres, seguíamos juntos como si nada hubiera cambiado.

La noche de la discoteca no pudiste evitar enterarte de esto, y no conforme con cargar con la conciencia de haberte ocultado lo anterior, pensaste que te había mentido.

El día que mis padres vinieron aquí, les conté la verdad, me dijeron que no se me ocurriera acercarme a ti, les mandé a la mierda.

Gracias a ti he sentido la necesidad de gritar a la vida lo que soy, y eso te lo agradeceré siempre.

Me ha dolido mucho que huyeras sin siquiera escuchar mi versión, pero te entiendo.

Quiero que me quieras, Alba.

Quiero que tengamos la oportunidad que nos merecemos.

Quiero que nos queramos de verdad.

Quiero que dejemos de aguantarnos las ganas de vivir cerca.

Y sobretodo quiero que me perdones.

Sé perfectamente que es mucho pedir, y que esta carta no es, ni mucho menos, la de los reyes magos, pero tenía que intentarlo.

Quiero que te tomes tu tiempo para pensar, porque sé que actúas por impulsos y que después de leer esto vas a correr hacía mi casa o a odiarme profundamente.

Piensa primero las cosas, Alba. Necesito que la decisión que tomes sea la mejor para ti.

No quiero hacerte daño, te lo prometo, pero necesitaba desahogarme.

Necesitaba decirte todo esto por si ya no estás.

Llámame cuando quieras hablar conmigo, o no me llames nunca.

Te quiero. Natalia.''

Tras terminar de leer, las lágrimas de la rubia eran ya descontroladas. Decidió hacer caso a la morena y pensar.

Se tumbó en la cama boca arriba y releyó la carta al menos cinco veces, intentando asimilar la información.

Escuchó música toda la tarde, pensando y pensando sin parar.

Quería llamarla y decirle que ella también la quería, pero su cabeza le obligaba a pensar si confiar en ella o no.

Necesitaba escuchar su voz, sentir su perfume y verla fumar, echaba mucho de menos verla fumar.

Sabía que Natalia la quería, se lo había demostrado el tiempo que estuvieron juntas, lo veía en su comportamiento.

Se replanteó muchas veces si llamarla o no aquella tarde.

Decidió coger el teléfono y marcar su número.

-Hola.-Contestó la morena al otro lado del aparato.

-Natalia...-No pudo continuar y se echó a llorar como una niña pequeña.

-¿Quieres que te llame más tarde?-Dijo preocupada la otra chica.

-Necesito que vengas, por favor. Te necesito.-Suplicó la rubia con voz ahogada.

La morena colgó, provocando un aumento del llanto por parte de Alba.

Minutos más tarde, sonaron unos golpes débiles en su puerta.

La rubia corrió hacía ella para abrir, allí estaba, con una cara de preocupación que no podía evitar.

Alba se lanzó hacía ella y se enterró en su cuello para seguir llorando, estaba allí.

La morena sujetó a la rubia y comenzó a llorar también.

-Yo también te quiero.-Habló por fin.

Por si ya no estás | AlbayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora