XII

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Los labios de Alba se quedaron inmóviles ante la sorpresa, pero antes de que Natalia se apartara, le agarró de la nuca y le atrajo hacia ella para comenzar con un beso que dejó a ambas sin aliento alguno.

Se separaron por falta de aire, con una mordida en el labio inferior por parte de Natalia.

Se quedaron a una distancia mínima, sus labios prácticamente se estaban rozando y ambas respiraban entrecortadamente.

Cuando Natalia abrió los ojos observó como la rubia aún los tenía cerrados, con una sonrisa en la boca y las mejillas sonrojadas.

Natalia pensó que estaba guapísima.

-Por fin.-Dijo Alba.

La morena alzó las cejas con sorpresa ante ese comentario y soltó una sonrisa pícara.

-Así que la señorita llevaba tiempo queriendo besarme.

-No tanto.

-Bueno, ¿y te ha gustado?

-Fíjate que no lo sé, creo que me tienes que dar otro beso para comprobarlo.

-Bueno, eso lo puedo hacer.

Y así pasaron toda la noche.

Cuando despertaron seguían en la misma posición que la última vez que durmieron juntas en casa de Alba, con la única diferencia que ahora se habían besado.

Natalia no paró de acariciar a la rubia cuando abrió los ojos.

Alba ya no tuvo que hacerse la dormida para que no la pillara mirándola.

-Tienes los labios rojos.-Murmuró Natalia rozándolos con la yema de los dedos.

-Y tú también.

Antes de que pudieran decir algo más la puerta se abrió de golpe, apareciendo por ella Marta y Africa.

-¡Buenos días!-Exclamó Marta.

-Hey.-Contestó Natalia con una sonrisa.

-¿Qué os pasa?-Dijo Africa extrañada.

-Nada. ¿Por?-Preguntó Alba.

-No sé, estáis como más happy.

-Se puede decir que hemos dormido bien.-Respondió Natalia mirando a la rubia.

-Vale... Vamos a desayunar a la cafetería de abajo, ¿Os apuntáis?

-Claro. ¿Y María?

-Intentando recuperarse de su despertar mañanero.

Cuando todas estuvieron preparadas para salir, bajaron a la cafetería de la esquina.

María, ya un poco más espabilada, observaba con atención todas las interacciones entre las dos chicas, que esa mañana habían estado especialmente cariñosas.

Tendría que preguntarle más tarde a su amiga si sus sospechar eran ciertas.

-Voy al baño.-Anunció Natalia levantándose. Alba, que no era nada disimulada, se ofreció a acompañarla.

-Sabes que no era una indirecta para liarnos ¿no? Tengo que mear de verdad.-Dijo la morena divertida.

-¿Y quién te ha informado a ti de que yo quiera liarme contigo?

La morena se acercó pícara hasta empujar a la rubia contra una de las paredes del baño y dejarla atrapada entre sus brazos.

-¿Seguro?-Le susurró a apenas unos centímetros de su cara.

-Seguro.-Contestó ella mirándole los labios.

-Bueno,-Murmuró Natalia con su sonrisa tan característica, hizo el amago de apartarse de ella.-Entonces voy a mear tranquilamente.

Cuando se iba quitar la rubia intercambió los papeles dejando a Natalia pegada a la pared. Se lanzó hacia ella y comenzó un beso del que difícilmente iban a poder salir vivas.

Lucharon por el control, hasta que, sorprendentemente, la más bajita ganó.

-¿De verdad te estabas meando?-Preguntó Alba sintiendo como Natalia metía sus manos en los bolsillos traseros de sus vaqueros.

-Obviamente.-Y se apartó dándole un pico para entrar a uno de los retretes y hacer sus necesidades.

Cuando salieron del baño sus amigas se estaban riendo porque, al parecer, a Marta se le había caído el café encima.

-¿Se puede saber dónde estabais?-Preguntó María.-Os habéis perdido lo mejor de la mañana.

-Del siglo más bien.-Contestó Africa.

-Tampoco ha sido para tanto.-Se excusó Marta.-Sólo se me ha caído el café.

-Por mirar a ese chico.-Dijo María contendiendo la risa.

-Algunos, que tenemos ojos en la cara, no como vosotras que estáis mas solas que la una.-Contestó Marta irritada.

En ese momento la mirada de María se dirigió hacia Natalia y Alba, que estaban escuchando la conversación con atención, pero al oír la última frase, se miraron y se rieron.

Intentó buscar miradas cómplices en sus compañeras, pero al ver que seguían con lo suyo, golpeó suavemente a Alba por debajo de la mesa.

La rubia la miró distraída, hasta que vio la cara de su amiga y le hizo un gesto como de: Luego te lo cuento.

Pero no sabía que contar.

Por si ya no estás | AlbayUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum