XLII

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La rubia abrió los ojos, confundida. Miró alrededor y comprobó que estaba en la habitación de la casa rural de la playa.

Suspiró y se llevó la mano a la cabeza, quejándose por el inmenso dolor que tenía.

Se percató de que la morena no estaba y frunció el ceño, buscándola con la mirada.

Llegó a la conclusión de que no había nadie y se levantó de la cama con cuidado para dirigirse al baño.

Se miró al espejo y gruñó, viendo sus ojeras pronunciadas y sus ojos achinados a causa de la resaca.

Se lavó los dientes con el objetivo de quitarse aquel aliento que le dejó el alcohol y se metió en la ducha.

Salió y se enrolló con una toalla para dirigirse de nuevo a la habitación, viendo a Natalia sentada en la cama, mirando el móvil.

-¡Hombre!-Exclamó la morena cuando la vio.-Si se ha despertado la bella durmiente.

-Cállate.-Se quejo Alba.-Que tengo una resaca de mil demonios, ahora me acuerdo de porqué no bebía.

-Ay, mi niña.-Dijo Natalia con la voz acaramelada, mientras se acercaba a darle un abrazo a la chica.-Lo suponía, te he traído una pastilla y un vaso de agua.

-Gracias, churri.-Contestó con una sonrisa, poniéndose de puntillas para darle un pequeño beso.

Se tomó lo que la morena le había dejado y esperó a que le hiciera algo de efecto.

-Los chicos estaban preocupados.-Susurró Natalia con ternura.

Alba suspiró y miró a la chica con arrepentimiento.

-Les tengo que pedir perdón.-Concluyó.

Ambas bajaron de la mano mientras oían ruidos en la cocina, supusieron que estaban preparando la comida.

Cuando entraron, todos los presentes se quedaron mirando, esperando un saludo de parte de las chicas.

-Hey.-Murmuró la rubia con timidez.

-¿Qué tal estás?-Preguntó Julia, su tono era de preocupación.

-Bien, bien.-Tranquilizó.-Quería pediros disculpas por lo de anoche.

-Fue una tontería, nena.-Dijo María, que estaba sentada en la encimera.

-No, no lo fue. Me enfadé por nada y no tenía derecho a deciros eso.

-Bueno, dijimos cosas de tu chica que no venían a cuento.-Ahora habló Carlos.

-La verdad es la verdad, y si está buena pues está buena.-Sonrió Alba, quitándole hierro al asunto.

Los demás soltaron una carcajada, incluida Natalia, que la miraba con orgullo.

-¡Adivina dónde vamos hoy!-Gritó Marta.

-¿Dónde?

-¡A la playa!

Alba se rió por el entusiasmo de su amiga y fingió tener mismo nivel que ella.

Todos se marcharon a sus habitaciones a prepararse para el día de sol, arena y mar.

Las chicas estaban en la habitación, pensando en el bañador que se pondrían, mientras guardaban sus cosas en una pequeña mochila.

-¿Y éste?-Preguntó Natalia, mostrándole un conjunto de dos piezas, bastante bonito.

-Definitivamente.-Opinó Alba.

Cuando todos estuvieron listos, salieron de la casa para irse a la playa.

El sitio quedaba a treinta minutos andando de dónde estaban, la próxima vez cogerían el autobús.

Llegaron y tuvieron la suerte de tener una zona de mar bastante tranquila, en comparación con como estaba siempre.

Extendieron sus toallas en la arena y se quitaron las prendas para quedar con la ropa de baño.

A Natalia casi se le desencaja la mandíbula cuando vio a Alba, estaba preciosa.

Se había decantado por un bañador de una sola pieza, blanco.

Lo peor fue cuando se dio la vuelta para coger la crema de su bolsa, dejando a la morena una imagen perfecta de su culo, la ropa apenas lo tapaba.

-Eh, me voy a bañar.-Murmuró, andando hacía la orilla.

Cuando tocó el agua con sus pies se relajó, tenía la temperatura perfecta.

Se quedó allí parada por unos minutos, mirando hacía abajo.

De repente sintió como unas manos se aferraban a su cadera por atrás y la empujaban hacia dentro del mar.

Intentaba mirar quién era, pero la perdona estaba bien escondida.

Pisó un hoyo y se cayó, mojándose completamente.

Se apartó el pelo de la cara y vio a Alba de pie junto a ella, muerta de la risa.

Abrió la boca indignada y esperó a un momento de distracción de la rubia. Cuando vio una oportunidad ante sus ojos, tiró de su brazo para vengarse de ella.

La chica se tropezó y acabó en la misma posición que Natalia, ahora era ella quien se reía.

-¡Que cabrona!-Gritó, mientras la salpicaba.

-¡Oye!-Se quejo la morena.-Has sido tu la que ha empezado.

Se levantó de la arena y salió corriendo hacia dentro del mar, esperando que la más alta le siguiera.

Miró hacia atrás cuando el agua le llegó hasta el ombligo y vio a la chica en la misma posición de antes, observándola fijamente.

-¿Vienes o qué?-Gritó.

Por si ya no estás | AlbayWhere stories live. Discover now