XLVIII

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Las chicas habían quedado con el resto del grupo para una cena especial. Habían decidido ir a cenar al Vips que había en Gran Vía. Pensaban irse de fiesta más tarde a algún lugar del barrio de Chueca.

Alba hoy estaba rara, no en el mal sentido. Natalia la encontraba distraída, cada vez que hablaba con ella miraba cualquier punto de su cara y sentía que no la escuchaba de ninguna manera.

Se sentaron en una mesa en la planta de arriba del restaurante y pidieron la comida y la bebida.

Marta estaba relatando a sus compañeros uno de los tantos sueños que tenía cada noche, cada cual más loco que el anterior, los demás se morían de la risa.

La morena notó de nuevo la mirada de la rubia posada en ella y se giró a encontrarse con ella.

Efectivamente, Alba la observaba con una sonrisa, mientras sus ojos revoloteaban por distintos puntos de su rostro.

-¿Qué te pasa?-Preguntó, algo divertida por la situación.

La chica no le contestó, parecía no haberla escuchado de nuevo. Movió su mano delante de ella y chasqueó los dedos un poco, esperando que despertara del sueño que estaba teniendo.

-¡Albi!-Exclamó, haciendo volver a la otra.-Estas empanada.

La rubia sacudió la cabeza y sonrió, con las mejillas algo rojas por la situación tan vergonzosa.

-Hola.-Intentó disimular.

-¿Me explicas que te pasa?-Preguntó Natalia, mientras soltaba una pequeña risa.

-No sé, hoy estás muy guapa.-Suspiró Alba. Haciendo soltar una carcajada a la morena.

-Gracias, supongo.

En ese momento llegaron varios camareros a servirles los platos y se dispusieron a comer. Se rieron tanto que María llegó a llorar.

Cuando Natalia cogió su vaso de refresco para darle un trago, sintió una mano posarse en su muslo desnudo, ya que esa noche decidió ponerse falda para salir. Se atragantó un poco con la bebida y tosió repetidas veces.

-Que se nos muere.-Exclamó María.

Miró a Alba, que se reía de ella, mientras seguía con la mano en la misma posición que antes.

Decidió ignorarlo y siguió comiendo, pero la rubia subía y bajaba por su pierna y estaba comenzando a impacientarse.

-¿Qué haces?-Le susurró, captando la atención de la otra.

-¿Yo?-Preguntó, haciéndose la loca.-Nada.

Siguió su recorrido y notó como sus dedos caminaban por debajo de su falda, llegando a una zona bastante peligrosa.

-Alba.-Advirtió.-Para.

La rubia negó con la cabeza suavemente, mirándola con una sonrisa pícara en su boca.

Natalia posó su mano encima de la suya e intentó apartarla sin que los demás lo notaran, pero la chica volvía a colocarla en su sitio.

Se empezó a poner nerviosa, temía que sus compañeros notaran lo que estaba pasando debajo de la mesa.

Estaban tan pegadas que, desde arriba parecía que Alba tenía en brazo en su propia pierna.

Se aventuró y llegó a rozar la ingle de la otra, tocando la costura de su ropa interior, haciendo pegar un salto a la morena.

-Qué la pasa.-Dijo Africa, percatándose de la reacción de Natalia.

-Me ha dado un pinchazo.-Se excusó.

Parecieron creérselo y volvieron a la misma conversación de antes. Miró a Alba, hablaba con los otros mientras movía su mano un poco más arriba.

La morena cerró los ojos fuertemente cuando notó que llegaba a un punto de su parte más íntima, intentando mantener la compostura.

La rubia la tocaba suavemente por encima de la tela de su ropa. Presionó un poco su clítoris y Natalia ahogó un gemido.

Sabía que no podía seguir y se levantó de golpe, asustando a los demás. Se acomodó la falda y se aclaró la garganta.

-Voy al baño.-Anunció.

-¿Te acompaño?-Preguntó Alba, con una sonrisa.

-Tú come.-Dijo, algo enfadada.

Se dirigió a los aseos y entró, cerrando la puerta detrás de ella. Se miró en el espejo y suspiró, mojándose un poco la nuca.

Intentó calmar su respiración y, mientras se secaba las manos, notó una presencia en su espalda.

Por si ya no estás | AlbayWhere stories live. Discover now