Las chicas se encontraban tumbadas en la cama, desnudas.
Natalia estaba dándole la espalda a la rubia, mientras que ésta se la acariciaba con suavidad, trazando una línea entre sus lunares.
-Quiero cumplir un sueño.-Dijo de pronto la morena.
-¿Cuál?
Sin decir nada, Natalia se levantó para abrir un cajón de su cómoda y sacar un paquete con cigarrillos liados y un mechero.
-No te creo.-Se rió Alba, sabiendo lo que haría.
-Oh yes, cigarro después del sexo.-La rubia no paraba de reírse.
Se volvió a tumbar junto a su compañera y le indicó que se inclinara para apoyar su cabeza en el pecho de Natalia, para encenderse el tabaco y darle su primera calada con una sonrisa.
-Últimamente fumas menos.-Dijo Alba, dándose cuenta. Natalia asintió y la miró.
-Tengo la mente más ocupada.
La rubia sonrió y se acurrucó más en el pecho de la morena, acariciando alrededor de su ombligo.
-Me lo he pasado muy bien.-Admitió Alba.
-No te jode, has tenido casi siete orgasmos en cuatro horas.-Respondió Natalia riendo, hasta que sintió un golpe en el pecho.
-¡Qué poco romántica eres, dios!
-¿Yo? Pero si soy muy romántica mira,-Levantó la mano abierta para empezar a contar.-Te hago batir tu récord de orgasmos, te invito a comer, te llevo a mi sitio favorito, te organizo un picnic en el retiro.
-Bueno, lo de los orgasmos...
-Es verdad y lo sabes, si no es por cantidad es por calidad.-Dijo dándole una última calada al cigarro para levantarse y tirarlo en la papelera del baño.
La rubia no pudo rebatir, Natalia tenía razón, había sido el mejor polvo de su vida.
-Tengo hambre.-Expresó la morena, poniéndose sólo una sudadera para pasarle otra a Alba.-¿Cenamos?
-¿Qué me vas a hacer de cena?-Picó riendo y colocándose lo que le había tirado la más alta.
-Pues tenía pensado pedir unas pizzas, sin nada de carne, claro.
-Qué bonito detalle que te acuerdes de mis cosas.
-Tan poco voy tan mal de memoria.-Dijo sonriendo y dirigiéndose al salón con la rubia detrás.
Se pusieron de acuerdo sobre lo que querían y la morena cogió el teléfono fijo para llamar, mientras lo hacía, Alba decidió jugar.
Se puso delante de Natalia y sonrió sensualmente, ante la mirada intensa de la morena, que seguía concentrada en pedir las pizzas.
Le comenzó a dar besos por el cuello suavemente, bajando a sus piernas y mordiendo las zonas lentamente.
Sin embargo, la morena no perdió la compostura, y tras unos cuantos suspiros, terminó de dar indicaciones por el teléfono y colgó.
Agarró a Alba por el brazo, que seguía con su trabajo en sus piernas, y la tumbó en el sofá para colocarse encima de ella.
-La niña ha decidido ser un poco mala.-Susurró muy cerca de su oreja.
-Va a venir el repartidor, Nat.
-Legará de 30 a 45 minutos.-Dijo imitando la voz de la pizzería, lo que provocó reír a la rubia.
Les dio tiempo a hacer un poco de todo en esos treinta minutos.
El timbre sonó y ambas se colocaron de nuevo la sudadera, la morena se levantó a abrir la puerta, pagó y volvió con dos cajas de pizzas.
-Me ha mirado con una cara de: tú has follado.-Exclamó riendo.
-A ver, un poco de razón si tiene.-Contestó la rubia.
Y las chicas se comieron las pizzas entre besos y tonterías.
-¿Vemos una peli?-Preguntó la rubia, que estaba tumbada en el sofá junto a la morena.
-Vaya planes de fin de semana.-Respondió Natalia con una sonrisa.
Cuando terminaron la película, estaban demasiado cansadas como para continuar viendo otra, por lo que decidieron irse a dormir a la cama de Natalia, refugiándose en las mantas y abrazadas durante toda la noche.