Cierro los ojos un momento, intento concentrarme en pensar otra cosa y no en las ganas de vomitar que tengo o la fotografía en el perfil de Natalie. Escucho a Carol llegar hasta mí y después, decir:

—No voy a ir.

—Solo me acuesto a dormir, ya voy a estar bien por Dios.

—¿Tienes un botiquín?

—Yo... no... Natalie tenía uno pero es muy probable que se lo haya llevado.

—¿Dónde lo busco?

—En el baño, de tu habitación... o en mi baño, no lo sé.

—Voy a preguntarle.

—No vas a preguntarle nada, por Dios.

Pero lo hace, casi quiero tirarme por la ventana cuando le dice que estoy muriendo. Caroline es la exageración personificada, todo lo hace ver mucho más grave de lo que es. Pero no creí que Natalie se lo tomara en serio, unos minutos después está tocando mi puerta y la miro ahí, justo al otro lado de mi entrada, con una bolsa de farmacia en las manos. Algo se me revuelve por dentro, cuando la miro pasar al interior después de que Caroline le ha abierto la puerta.

Carajo.

—Por Dios, estoy bien. Caroline inventa cualquier tontería.

No puedo evitar mirarla entera, lleva un vestido rosa pálido que le queda estupendo y el cabello largo le cae en suaves ondas por la espalda. Intento verme como si en realidad su presencia no me perjudicara, pero en realidad sí lo hace. Mucho más por la fotografía que acaba de compartir.

—¿Te comiste un yogurt vencido? Me voy unos días y ya te estás intoxicando —puedo entender la ironía de sus palabras, ni siquiera me dan ganas de reír, estoy molesto y me dejo caer en el sillón con las manos sobre mi cabeza —¿estás seguro que no quieres ir al médico? Puedo decirle a Oscar que venga si gustas.

Ese nombre ya lo había escuchado mencionar. Por un momento hasta ya lo había olvidado ¿Será Oscar su cita? De pronto me siento más enfermo y con ganas de salir corriendo.

—¿Quién es Oscar? ¿Tu cita de hoy? —se ríe, me mira en ese instante cuando he levantado la mirada para interrogarla.

—Oscar es mi tío.

—¿Qué? ¿El mismo Oscar que te ha llamado todo este tiempo?

Natalie asiente.

—Oscar es un hermano de mi padre —hace una pausa al mismo tiempo que se sienta a mi lado —es médico. Lo conocí, no sé, a los diez, creo. Nunca conocí un familiar de mi padre, hasta que un día llegó a casa y dijo que era mi tío, según me contó sabía de mi existencia desde hace mucho tiempo pero mi padre nunca quiso dar información sobre mí porque nunca quiso a su familia involucrada conmigo, eso ya no debe sorprenderte.

—Estoy que mato a tu padre —escucho una risita, pero yo hablo en serio. Deseo tener a ese señor de frente en algún momento.

—Oscar desde ese momento me apoyó en todo lo que mi padre no hizo, no le dijo nada a mi padre nunca, pero por él me mudé a esta ciudad, su esposa y él me dieron un lugar para vivir hasta que conseguí rentar un apartamento, nunca me acostumbré a llamarlo tío, está bastante joven y a él no le importa que le diga Oscar.

Nos quedamos en silencio un momento, principalmente porque es una historia sobre la que no habíamos hablado antes.

—No me lo habías dicho.

—Nunca me preguntaste.

Se encoge de hombros y me sonríe, ni siquiera sé cuántas veces maldije a Oscar cuando lo escuchaba mencionar de su boca, ahora quiero disculparme. Pone su mano sobre mi frente y la lleva sobre mi cabello. No puedo siquiera medir la sensación que me recorre entero con su caricia, me doy cuenta que es algo de lo que más añoro de su persona.

Recién Cazados © (Borrador de la 1era edición)Where stories live. Discover now